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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1. Domingo des de navidad, 30.12.2007

Sermón sobre Matthäus 2:13-15, 19-23, por Augusto G. Milián

 

De la incertidumbre a la contemplación.

Abandonar el lugar donde nacimos ya no es una cosa nueva ni extraña para los hombres y mujeres que viven la postmodernidad. Ahora cambiar de lugar para vivir es parte del ciclo vital de muchas personas. Lo realmente único y singular sería nacer y morir en el mismo sitio sin haber hecho alguna vez las maletas ni haber visto otros horizontes.

El texto escritural de esta mañana, tampoco es algo nuevo en la tradición bíblica, no es la primera vez que los protagonistas de la historia tienen que decir adiós y emprender un

camino; pero por esta vez se nos presenta un texto que nos inspira ciertas incertidumbres, después nos empuja a hacernos preguntas para acabar contemplándonos a nosotros mismos.

Comencemos con las incertidumbres. Por ejemplo, sólo Mateo en toda el legado del Nuevo Testamento deja constancia de que el infante Jesús estuvo en búsqueda y captura por parte de Herodes el Grande, famoso por sus crímenes e intrigas por tal de mantenerse en el poder, y que sus padres, Maria y José, se vieron en la imperiosa necesidad de escuchar la voz de Dios y de emigrar a Egipto para mantener vivo al niño.

Resulta también un poco sintomático que el texto del Nuevo Testamento deje bien claro que el establecimiento posterior de la familia en Nazaret, al regresar de Egipto, no se debía tanto a las raíces familiares de José y Maria con Galilea, sino al hecho de que quien gobernaba en Judea era nada más y nada menos que Arquéalo, hijo de Herodes. Y ya sabemos, de tal palo tal astilla.

Ahora hagámonos algunas preguntas: ¿Pueda una situación política-social determinante marcar el destino de los hombres y las mujeres? ¿Puede el poder imperante dejar huellas en la vida de las personas? Antes de responder podemos acercarnos a Jesús y ver como en una pequeña vida puede contener en sí misma un regalo para sus padres y un motivo de alarma para ellos. Pero hay más.  Mateo de manera literal está asentando las bases para anunciar lo que será el ministerio público de Jesús sintetizado entre sonrisas y lágrimas. ¿Es la infancia de Jesús un esbozo de su destino? Parece que si.

Otra pregunta oportuna sería: ¿Puede la providencia divina estar atenta a una vida frágil con una misión peculiar? En el caso de Jesús parece que si. Jesús tiene a Dios de su lado desde el comienzo. Es un elegido. ¿Será siempre así? Mateo parece que ya conoce toda la historia, incluso el final. La descripción que hace de la vida de Jesús es teología práctica. Mateo recurre constantemente a las Escrituras para evidenciar lo invisible: la mano de Dios sosteniendo al infante Jesús que ha de salvar a los hombres.

Llegados a este punto, podríamos tener una idea elemental de por qué celebramos la Navidad los cristianos. Pero ahora es el momento para la contemplación. El camino que recorre la familia formada por José, Maria y Jesús  es algo que ya conocemos. Es nuestro camino también. O al menos lo será en algún momento de la vida. Un camino donde se mezcla inexplicablemente la fe del presente con la incertidumbre al futuro. El amor por lo conocido con el temor a lo diferente.

La familia humana que hacen el camino a Egipto describen cuan arriesgada y querida puede ser nuestra fe. Quizás nuestra fe no esté enmarcada en pequeños hechos o acontecimientos frágiles y necesitemos de hechos tremendos y acontecimientos que nos pongan la piel de gallina. Quizás necesitemos de más pruebas. Pero las pruebas no se nos darán ahora. Nos las darán cuando ya no las necesitemos.

La familia humana que hace el camino a Egipto y retorna después, al menos como nos la describe Mateo no es la misma, no es la única, pero si es portadora de riqueza y diversidad. Los viajes nos engrandecen y nos transforman. Nos enseñan a ser solidarios y tolerantes. Nos vuelven dialogantes y conversadores.

La familia humana que regresa nos dice que se pueden traspasar las fronteras de la carne  y de las sangres. Que se pueden traspasar los linderos de las lenguas y de las razas. Que se puede traspasar las aduanas de la política y de las religiones.

Cuando contemplo la pintura de Fra Angélico "La huida a Egipto" pienso en las familias que han emigrado y son movidas por los vientos de dificultades y las olas de las incomprensiones; pero que contra todo pronóstico se mantienen unidas. Todas tienen algo en común: se proponen buscar una tierra con una hierba más verde y le piden a Dios que vaya con ellos.

Abandonar el lugar donde nacimos ya no es una cosa nueva ni extraña.

Que la paz y la gracia de Dios nos acompañe hoy.

 

 

 

 

 

 



Pastor de la IEE Augusto G. Milián
Zaragoza
E-Mail: hechoencuba@hotmail.com

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