Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

V Domingo de Pentecostés , 09.07.2017

Sermón sobre Lukas 6:36-42, por Joel A. Nagel

El texto para este domingo, comienza con una frase que será el eje temático: “Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo.”

Sin duda, no podemos pensarnos como comunidad sin la necesidad de compasión, pues ésta se da en el amor y, donde éste es practicado, la hipocresía no tiene lugar.

Muchas veces nuestra capacidad de ser jueces de los demás, sobrepasa nuestra posibilidad de poder evaluarnos a nosotros mismos. Sucede que, en los demás, nosotros proyectamos, en ocasiones, nuestras desgracias, penas, tristezas y males, como así también todo aquello en lo que erramos, pero de lo que no nos queremos hacer cargo.

Resulta mucho más fácil mirar hacia el costado, que mirarnos a nosotros mismos.

Con el tiempo, en realidad, nos vamos ahogando en un mar de hipocresía, donde ya no queda lugar para la confianza y en donde la comunidad se empieza a desintegrar como tal. Cuando la hipocresía gana, usamos máscaras que no solo ocultan nuestra verdadera identidad a los demás, sino que también nos la ocultan a nosotros mismos. Queremos quitar la astilla en el ojo del prójimo, pero no queremos quitar el tronco que tenemos en nuestra propia visión.

Y esto es lo más difícil, porque al quitar el tronco podemos ver la realidad, que muchas veces nos confronta de manera que no queremos. Pero… entonces, qué es lo que nos queda, porque hasta ahora pareciera que lo que escuchamos no es alentador.

Poder ver nuestra propia realidad como personas y comunidad, significa un proceso que, por doloroso que pueda ser a veces, nos lleva a darnos cuenta que no estamos solos. En el camino los y las caminantes son muchos, y nosotros nos volvemos parte de ese andar.

En ese quitar nuestros troncos, que no nos permiten experimentar la comunión con otros, se hace presente el amor y la gracia de Dios, quien tiene compasión por nosotros, es decir, no se presenta con una máscara ante nuestras vidas, sino que padece con nosotros y se alegra con nosotros, vive con cada uno sus hijos e hijas.

Al no haber máscaras, al no existir la hipocresía, hay toda una realidad y dimensión nueva que experimentamos: la de no ser jueces, sino hermanos y hermanas en la vida.

Cuando somos cegados por el egoísmo y la falsa ilusión de que todo lo podemos por nosotros mismos, cuando somos cegados por los rencores y juicios de valores con los cuales analizamos mezquina y odiosamente, no es posible ayudar a otros. Porque si lo hacemos, en realidad todo se convierte en una extensa oscuridad, donde nos chocamos entre sí, pero no nos reconocemos.

Nuevamente, la gracia, compasión y amor de Dios, nos dan fuerzas para poder ver, primero, el tronco que llevamos en nuestra mirada, para que pudiendo reconocernos como necesitados de compasión, podamos acompañar también a aquellos que están cansados y agotadas de no encontrar luz para sus caminos.

Qué interesante sería pensarnos no como una comunidad de jueces, sino como personas necesitadas de compasión, que también se compadecen con otros. Sin duda podríamos vernos como aquellos que encuentran, en el perdón, la fortaleza para iniciar algo nuevo.

En medio de una sociedad de jueces, donde nuestras congregaciones no escapan a esta forma de ver y vivir la vida, la compasión y el perdón se presentan como elementos que destruyen las cadenas de la hipocresía, que nos tienen atados y atadas a una vida de máscaras, lejos de cualquier comunión.

El mensaje del Evangelio para hoy nos exhorta y anima a que podamos sentir con los demás, y eso incluye los padecimientos y alegrías, pues Dios antes que nadie, se compadeció y nos perdonó en la vida, muerte y resurrección de aquél Jesucristo que nunca llevó máscaras, pues fue la verdad de otra realidad más justa, inclusiva y compasiva.

Que podamos reflexionar juntos si estamos siendo jueces, o si tenemos compasión, no sólo de los demás, sino de nosotros mismos. Pensemos que sea cual fuera nuestra respuesta, ya hay un Dios que se compadeció con nosotros, y que nunca nos soltará la mano.

Que buscando en nuestra vida, podamos encontrar la gracia y el amor de Cristo, que nos recuerdan y animan a perdonar, para que en esa búsqueda podamos encontrarnos con aquellos que están en la misma tarea. Y no nos preocupemos más que por ser sinceros y andar sin máscaras por la vida, porque la verdad es que Dios mismo viene a nuestro encuentro para ayudarnos con nuestros troncos que no nos permiten ver.

Quien perdona y se compadece ya está viendo y experimentando cómo es el amor de Dios, y ese amor no se guarda, sino que se comparte con nuestro prójimo.

Seamos compasivos para sentir la alegría de estar andando con otros y otras, hijos e hijas de Aquél que se compadeció con nosotros, dándonos vida nueva y plena. Amén.



Pastor Joel A. Nagel
Necochea, Bs. As., Argentina
E-Mail: joel_nagel1@hotmail.com

(zurück zum Seitenanfang)