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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

5° domingo después de Trinidad, 16.07.2017

Sermón sobre Lucas 5:1-11, por Joel A. Nagel

Los pescadores habían trabajado toda la noche, pero no habían pescado nada. Me imagino que habrá sido duro iniciar el día sabiendo que tanto esfuerzo no había servido para nada.

Y es hacia este grupo de pescadores donde se dirige Jesús, quien seguramente supo por sus rostros que la pesca no había funcionado. Pero, sin embargo, los sorprende diciéndoles: echen nuevamente las redes. Frente al escepticismo, igual Simón Pedro decide echar las redes, por pedido de Jesús.

Lo que sucedió a continuación cambió para siempre la vida de aquellos pescadores, y fueron, de ahí en más, pescadores de hombres, de seres humanos. Ellos pusieron su vocación en algo que iba más allá de lo cotidiano, se arriesgaron, dejaron sus redes y siguieron a Jesús.

Fue así que un día que comenzaba mal, fue totalmente cambiado y no solo por la pesca abundante, sino por todo lo que siguió.

Me gustaría recalcar aquí tres cosas. La primera es que Jesús no eligió a personas de una posición socio-económica alta. Él buscó a unos pescadores, gente humilde y sencilla que tenía que vivir casi al día, con la complicación de que si no se pescaba nada, era un día perdido.

La segunda, es que los pescadores no reniegan de lo que Jesús dice, simplemente, aunque con un poco de escepticismo al inicio, cumplen con lo que les pide el Señor. Es decir, no sólo escuchan, sino que ponen en práctica lo que oyen.

La tercera, es que todo esto produce un cambio. El seguimiento a Jesús y su misión implicará dejar atrás algunas cosas como el trabajo, familia y amistades, pero teniendo siempre en perspectiva que lo que realizarán será anunciar el Evangelio.

Entonces, si nos miramos a nosotros hoy: ¿Cómo va nuestra pesca? ¿Hemos pescado algo? ¿Estamos un tanto cansados y tristes por cómo viene todo? Quizás sea necesario dejar que ese Jesús se suba a las barcas de nuestras vidas, a las barcas de nuestras cotidianeidades, para ver qué tiene para decirnos y qué quiere que hagamos.

El problema, es que no siempre solemos confiar plenamente en lo que nos dice Jesús, y por eso a veces no nos animamos a volver a intentar, arrojando las redes nuevamente. Quizás sea por el cansancio de nuestro trajín diario, tal vez sea porque hay otras cosas que nos atemorizan, nos atan y no nos permiten animarnos, o porque la palabra del Resucitado nos puede confrontar con nuestra propia vida y no siempre aceptamos o queremos eso.

El relato de la pesca abundante, nos habla de vocación, pero también de animarnos, confiando plenamente en la Palabra de Cristo. Es esa Palabra la que hace posible otras realidades. Y, asimismo, nos lleva a no tener miedo. Libres del miedo, con nuestra mirada en el Resucitado, todo adquiere otro matiz.

Jesús se acerca a nuestras vidas siempre, se abre camino en nuestra historia presente y nos invita a animarnos a cambiar, a dejar fuera nuestros temores, a aceptarlo y seguirlo, porque lo que Él tiene para nosotros es bueno y puede cambiar aquellas situaciones donde creemos que solo queda lugar para el pesar y el sin sentido.

Si lo nuevo nos da temor, si dejar atrás algunas cosas también, recordemos que ya hubo personas que pasaron por lo mismo, e inclusive fue un tanto más difícil para ellos, pues nosotros hoy conocemos a Jesús por todo lo que tenemos escrito en el Nuevo Testamento, pero aquellos pescadores estaban recibiendo casi a un desconocido.

Ese Jesús aún desconocido se subió a su barca y les habló, les invitó a hacer algo distinto. Ellos lo escucharon, confiaron, lo siguieron y sus redes hoy están tan llenas como aquella vez, pues nosotros, la iglesia, la comunidad, somos el resultado de haberse animado a arrojar las redes en otro sitio. El que inició como un día para el olvido de aquellos pescadores, se convirtió en el día más importante de sus vidas.

Que así también, como sociedad, podamos animarnos a recibir a Jesús y seguirlo para cambiar todas esas situaciones vacías de amor, perdón, esperanza, paz, diálogo y comprensión.

Que en este mundo tan convulsionado por las guerras, los desplazados contra su voluntad, los discriminados, los abandonados y despreciados, en fin, un mundo tan cubierto en el pecado, podamos sentir que Jesús no se aparta, sino que al igual que a Simón Pedro y a los demás nos dice: “No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres.”

Tenemos la certeza de que nunca estamos solos, tal como también sabemos que en los momentos de mayor desesperación el Resucitado se acerca a nosotros, porque él nos quiere recrear como personas, como comunidad y sociedad para que juntos podamos echar las redes en otros sitio, pero para que también podamos encontrarnos con otros hermanos y hermanas, en redes que antes otros arrojaron.

Animémonos a confiar y seguir los pasos de aquellos pescadores, discípulos del Cristo de la vida: “Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús.” Amén.



Pastor Joel A. Nagel
Buenos Aires
E-Mail: joel_nagel1@hotmail.com

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