Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

6° domingo después de Trinidad, 23.07.2017

Sermón sobre Mateo 5:20-26, por Joel A. Nagel

El texto del evangelio de Mateo, comienza con unas palabras muy fuertes por parte de Jesús, que nos dice que si no superamos a los maestros de la ley y los fariseos en hacer lo que es justo ante Dios, no entraremos en el reino de los cielos.

Es decir, si no dejamos de lado la hipocresía de querer estar bien frente a Dios, olvidando a todos nuestros hermanos y hermanas en sus situaciones de vida particulares, como así también la realidad que nos rodea, no podemos decir que somos verdaderos seguidores del Dios de la justicia, el perdón y el amor.

Y esto que venimos hablando, se relaciona inmediatamente en el texto con algo que nunca debemos dejar de lado y que no podemos ignorar: es necesario estar bien con nuestro prójimo, para estar bien con Dios también.

A lo largo de la historia, el enojo, el insulto y la injuria hacia el otro fue motivo de muchos problemas, pues desencadenaron matanzas, guerras, divisiones, sufrimientos…

El camino que nos propone Jesús este domingo ciertamente es difícil, pues perdonar a mi hermano o hermana es toda una tarea en sí. Y es que en la vida real van surgiendo situaciones de tensión, en las cuales no siempre respondemos de la mejor manera.

Ahora bien, el texto dice que antes de llevar la ofrenda al altar, es necesario arreglar las cosas con el prójimo y estar en paz con él. Justamente, las palabras de Jesús se asemejan a un proverbio, pues está claro que si las situaciones no se arreglan en el inicio mismo del conflicto, irán de mal en peor, y eso no es todo, pues significaría que queremos estar en paz con Dios, pero no con nuestro hermano, es decir, una actitud hipócrita.

¿Qué es lo que nos queda? Nos queda encarar las situaciones como seguidores de Jesús, esto es, con amor.

Las situaciones que nos enojan no desaparecerán simplemente por amar, pero sí podremos encararlas de otra manera, con las personas indicadas y en los momentos precisos.

Es cierto que es humano enojarse con otros, pero también debería serlo el momento donde podemos arreglar las cosas con el diálogo y el perdón. Lo que sucede es que perdonar implica aceptar, muchas veces, que uno estuvo errado, lo mismo que al dialogar. Si nosotros teníamos razón, no hay ningún problema, pero si no la teníamos, aceptar lo distinto es complicado.

Cuando el enojo se apodera de nosotros vemos todo con ese lente y, con el tiempo, nuestras relaciones humanas se van desgastando. Por eso es necesario cambiar el lente, pues todo eso lleva a los insultos, las injurias y todas esas cosas que nos van destruyendo lentamente, que nos van quitando la vida.

Con el lente del amor, diálogo y perdón, se nos abre todo un nuevo panorama de posibilidades para nuestras relaciones interpersonales y también, con ello, para la vida comunitaria. Las molestas fricciones van quedando atrás y podemos construir una realidad distinta. El enojo ya no maneja nuestras vidas.

Es por esto que Jesús, con razón, nos insta a que arreglemos nuestros problemas con los demás antes de llevar la ofrenda al altar, porque no podemos alabar y confesar nuestra fe en el Dios del amor y el perdón si nosotros no tenemos la capacidad de dejar de lado nuestros enojos. Pero Jesús va más allá todavía, y nos pide que estemos en paz. Esto implica un trabajo muy grande, pues debemos transformarnos como personas.

Estar en paz entre nosotros es sinónimo de que hemos alcanzado la fortaleza para amar, perdonar y discutir sobre aquellas cosas que no nos estaban haciendo bien. Es sinónimo de evitar conflictos innecesarios, para darle lugar a la conciliación y los acuerdos.

Donde hay paz entre nosotros está claro que no hay enojos, ni insultos, tampoco hay odios y rencores. Y es que la fortaleza de una comunidad no se mide por la cantidad de sus miembros, o sus edificios, sino por la capacidad de amar y perdonar.

Donde hay paz entre nosotros no hay lugar para la hipocresía de querer alabar a Dios, sin antes estar en paz con mi hermano o hermana.

Me gustaría terminar con parte de la letra de una canción, que refleja aquello a lo que nos invita Jesús en este texto de Mateo. Es decir, a poder estar bien entre nosotros, a solucionar nuestros conflictos evitando el enojo, los insultos y las injurias, para transformar todo desde el diálogo, el perdón y el amor.

Pues en definitiva, eso es lo que Jesús le pedía a sus discípulos y nos pide a nosotros hoy: que no seamos hipócritas como los fariseos y maestros de la ley, que no eran justos delante de Dios, sino que podamos tener una buena relación entre nosotros, y así también entonces con aquél Dios de la vida, la paz, la justicia y el perdón a quien alabamos.

“Dios hoy nos llama a un momento nuevo

a caminar junto con su pueblo.

Es hora de transformar lo que no da más,

y solo y aislado no hay nadie capaz.”



Pastor Joel A. Nagel
Buenos Aires
E-Mail: joel_nagel1@hotmail.com

(zurück zum Seitenanfang)