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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1er domingo después de Epifanía, 13.01.2008

Sermón sobre Mateo 3:13-17, por Alfredo Abad

 

¿Y tu vienes a mí?

"Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mi?"

Mateo 3, 13b

 

Tema central del sermón

El bautismo de Jesús es una figura curiosa en los evangelios y fruto de controversias por parte de las iglesias que practican en exclusiva el bautismo de adultos y se refieren al bautismo de Jesús como modelo del bautismo que practican en la actualidad.

Es además de los pocos textos que vienen referidos en los cuatro evangelios, aunque en contexto diferente en Juan y con algunas aportaciones interesantes por parte del cuarto evangelista.

Una cuestión importante es que tiene su lugar en el calendario litúrgico de forma específica y sus resonancias trinitarias tienen entonces un nuevo espacio en un calendario litúrgico cristiano demasiado volcado en la cristología como escenario de la historia de la salvación.

Lo que más me impresiona del bautismo de Jesús es que sirve de antesala (en los tres evangelios sinópticos) del episodio de la tentación de Jesús y así se refuerza el elemento de llamada al arrepentimiento del bautismo de Juan. Ante la afirmación de la filiación divina y la presencia del Espíritu Santo, el que es "totalmente otro", "totalmente distinto" de nuestra mera humanidad se dirige a Juan que se sorprende y obedece aceptando el Jesús que viene hacia él, hasta él y recibe su bautismo.

Con el bautismo de Jesús se nos presenta como el que se identifica con la condición humana, y Dios proclamándolo hijo subraya esta misión, así lo señala Cullmann como la proclamación del "siervo de Yahvé".

Elementos clave y consecuencias

En primer lugar señalaré que Juan está reconociendo a Jesús como Mesías muy al inicio de su ministerio, en el Evangelio de Marcos estamos todavía en el capítulo 1 cuando se produce esta escena.  La vinculación de Jesús con el ministerio de Juan aparece con diversos matices a lo largo de los evangelios, sin embargo en este texto, y con unanimidad por parte de los cuatro evangelios,  hay una clara vinculación con el precursor. Esta afirmación en relación con Juan nos acerca a la proclamación profética y por tanto al anuncio de los antiguos profetas que señalaban al Mesías como siervo, como aquel que hace suya la causa humana.

En segundo lugar me parece muy significativo que en la respuesta de Jesús a la inquietud de Juan, que se extraña de que venga hasta él en obediencia a su predicación del arrepentimiento, el argumento y el criterio de su bautismo es que se haga lo que es justo. La mención de la justicia no es aquí en relación a lo que es correcto, sino que es la razón del acercamiento y la proximidad, de la identificación de Jesús con el ser humano y su condición extraviada, pecadora: es la justicia de Dios la que hace de Jesús fuerza de salvación. Estamos en el corazón de la justificación por la fe.

En tercer lugar la dimensión trinitaria, que públicamente afirma y presenta a Jesús como Mesías ratifica la misión de Jesús hacia lo humano con todas las limitaciones que se le reconocen a la humanidad en la predicación de Juan. Esta proclamación que señalábamos identificada con los textos proféticos referidos al "siervo de Yahvé" clarifica la tarea liberadora que emprende Jesús en todo su ministerio, y también nos llama, en consecuencia, como iglesia a vivir y practicar esa misma encarnación de la proximidad, projimidad, de Dios hacia la humanidad.

Mencionare de paso, en relación a mi mención de las controversias respecto al bautismo al que se sometió Jesús como modelo, que el denominado bautismo de Juan es radicalmente diferente, según la teología y la Escritura, del bautismo que Jesús nos encomendará y asumiremos como misión de la Iglesia. Solo algunas similitudes simbólicas son rescatables, pero nada del sentido: el arrepentimiento ha sido reemplazado por el perdón de lo que Jesús realiza en la cruz y que nos salva, la proclamación enseñada por Jesús, "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" no puede relacionarse con la llamada de Juan, sino con una nueva realidad de la que nos hace partícipes el Cristo en plenitud.

¿Qué tengo que hacer?

Jesús viene a nosotros, y eso nos sigue sorprendiendo, por que muchas veces lo que realizamos como Iglesia deja mucho que desear, parece mentira que por tan pobres medios como somos capaces de poner en marcha, dada nuestra condición, Jesús nos quiera utilizar como canales de su misión mesiánica, redentora y liberadora.

Jesús viene a nosotros y se identifica con nuestra causa haciendo de nuestra misión la búsqueda de la justicia y de la proximidad con cada ser humano, sea cual sea su condición y circunstancia, para rescatar lo que se había perdido, no para ocuparnos de los sanos que no necesitan médico.

Jesús viene a nosotros y aunque nos cuesta reconocerlo y no nos sentimos dignos quiere contar con nosotros, con nuestras limitadas fuerzas y recursos para hacerse presente con toda la fuerza de Dios y con su Espíritu para mostrar a la humanidad el amor con el que quiere revelarse con Dios sufriente.

Jesús viene a nosotros y vive en medio de nosotros, resucitado, poniéndonos en marcha como heraldos y testigos. El Evangelio de Juan, a diferencia de los sinópticos añade a un Juan que reflexiona a posteriori, yo lo he visto y soy testigo. En este cuarto Evangelio se pasa a continuación a la llamad de los discípulos. La Iglesia está llamada a ser testigo también, como aquella que reconoce en Jesús y su ministerio la acción de Dios y su rostro verdadero. La Iglesia, discípula y apóstol, proclama de la verdad de un Dios que está en los que sufre y con los que sufren para llamarlos a una vida en plenitud.

Amen.

 

 

 



Alfredo Abad

E-Mail: aabad@moebius.es

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