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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

12º Domingo después de Pentecostés, 27.08.2017

Sermón sobre Mateo 16:13-20, por Roberto Oscar González

13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: « ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?» 14 Ellos dijeron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.» 15 Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» 16 Simón Pedro respondió: « ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!» 17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo te digo que tú eres Pedro,[a] y sobre esta roca[b] edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla. 19 A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.» 20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era Jesús, el Cristo.

 

El evangelista hoy, nos traslada la pregunta que Jesús hizo a los discípulos: “Y ustedes, ¿quién dice que soy yo?”… Y nosotras y nosotros reflexionamos: ¿Quién Jesús es para mí? ¿Qué significa en mi vida? ¿Qué significado tiene para mi comunidad?

Cada día que leemos su palabra con nuestra formación en la escuela dominical, o en algún movimiento donde participamos o en nuestra misma comunidad de fe y, a pesar de ello, da la impresión de que seguimos a Jesús sin conocerlo.

Seguimos acordándonos de Él en momentos concretos como el tiempo de Navidad o Pascua, o también en la pena o alegría, pero no es el centro de nuestra vida. Sin embargo, si no tenemos fe, si no notamos su presencia en nuestra vida, ―que esto es una realidad nuestra que hay que tener en cuenta, es decir no estaremos bien cimentados; de manera que, estaremos en arenas movedizas.

Cristo debe ser el pilar de nuestra vida, al menos de los que nos llamamos cristianos, que además pertenecemos a una Comunidad de Fe, porque de Él viene la auténtica libertad. Sin embargo, decimos amarlo, conocerlo, pero seguimos teniendo un culto vacío, aburrido porque no lo centramos en nuestra vida y mucho menos en la en la Palabra y el Sacramento. Nos centramos en un intelectualismo sin contenido, sin compromiso con nuestra realidad. Y lo que es muy lamentable, olvidamos a la humanidad que sufre el dolor, que sufre la pobreza y desesperante marginación...

 

 

 

¡Ahí está Jesús el Cristo! Como dice la canción: Alberto Giacumbo / Pablo Sosa

 

Allí está Jesús,

allí está Jesús hablando;

en el monte, en la campiña,

cerca del mar; junto al Templo.

Si hablando no le creyeron,

sus hechos lo lograrían.

 

Estribillo:

Jesucristo con tus hechos

diste vida a tus palabras. (2 veces)

 

Allá va Jesús,

allá va Jesús andando;

junto a él por el camino,

hombres, mujeres y niños.

Si viviendo lo negaron

lo aceptarían muriendo.

 

Estribillo:

Jesucristo con tu muerte

diste al mundo nueva vida. (2 veces)

 

Ahora bien; podemos ver a Jesús como si haya sido el profeta Elías y no estaríamos equivocados, porque como Elías, Jesús enfrentó al miedo y la muerte; sin embargo cumplió con su vocación divina a pesar de los riesgos y como un profeta no se cansó de proclamar en una sociedad hostil que Amor y Justicia son sinónimos.

 

Pedro, “recibió las llaves―no vamos a entrar en una discusión faraónica sobre este tema, que sin duda no nos vamos a ponernos de acuerdo. Lo que vamos a rescatar de este maravilloso texto: «A ti te daré las llaves del reino de los cielos», precisamente, es para abrir las puertas de nuestra Comunidad de Fe a una vida plena para todos. Donde la justicia, la paz y el amor sean el signo visible. A nosotros nos toca abrir hoy las puertas de la nuestra Comunidad de Fe a las personas que están buscando a Jesús vivo y encarnado y también a la sociedad, de manera que entre aire fresco, renovador. ¿Estamos dispuestas y dispuestos?

 

Oremos:

 

Úsame en este día, mi Salvador, para cualquier propósito y en cualquier forma que te convenga. Aquí está mi pobre corazón; un vaso vacío, llénalo con tu gracia. Aquí está mi cuerpo y mi mente perturbados por el pecado, dales vida y refréscalos con tu amor. Toma mi ser para que sea el lugar donde tú vives, toma mi boca para que proclame tu gloria… Que en todo momento, desde lo más hondo de mi corazón pueda decir: “Jesús te necesita y yo le necesito a él” Amén. D. L. Moody (1837-1899)



ministro Roberto Oscar González
Buenos Aires
E-Mail: roberto_gonzalez.2013@yahoo.com.ar

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