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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3. domingo después de Epifanía, 27.01.2008

Sermón sobre Mateo 4:12-23, por Eugenio Albrecht

  

El texto comienza describiendo lo que sucedió con Juan el Bautista luego de su predicación. Parece que al hombre lo vieron como una amenaza, entonces lo acusaron ante las autoridades, lo encarcelaron y le callaron la boca. Con él preso y con el silenció de su voz se dio por terminada la etapa de Antiguo Testamento, el tiempo de los anuncios y los profetas.

Él ya había cumplido con su proclama y también con su misión: el Mesías estaba entre la gente. Con esto se estaba dando paso a un tiempo nuevo, el tiempo proclamado luego por el propio Jesús como "del Reino de Dios", en el que pretende incluir a todos quienes tengan voluntad de acercarse a él. Jesús da a entender que el Reino comienza aquí y ahora.

En lo que respecta a los sucesos, en el momento en que Jesús se enteró de la noticia de la cárcel de Juan, se fue inmediatamente a Capernaum y desde allí comenzó a elegir a sus discípulos. En este aspecto hay quizás varias cosas que se pueden observar y detallar.

Lo primero que se puede tener en cuenta es que Capernaum es un lugar estratégico en lo que hace a los planes de Jesús: estaba lejos de Jerusalén (donde estaba el Templo) y lejos de Cesarea (capital romana de la provincia). Esto, en principio le permitía poder comenzar a divulgar el Evangelio sin que lo acallaran de entrada, tal como ya había pasado con su amigo Juan. Eso también había que prever, porque el poder cuando se siente amenazado teje estrategias a veces hasta macabras. Además ese lugar tenía varios elementos favorables para la misión de Jesús.

Respecto a lo que hoy, quiero que nos detengamos en lo que tiene que ver con el llamado que comienza a hacer en Capernaum. Comienza a llamar ayudantes para su causa y para el trabajo que necesita llevar adelante. Porque Jesús sólo, no puede hacer todo.

Observemos el modo en que lo hace: se les acerca a las personas en su realidad de pescadores, viene a ellos en su trabajo de todos los días, entra en contacto con ellos desde el peso de cada dura jornada laboral. Desde allí Jesús llama a seguirlo, porque no puede hacer todo sólo.

Lo extraordinario es que Jesús los busca tal cual son ellos. Los elige pescadores, hombres que se dedicaban a trabajar pacíficamente. No elige ni a líderes religiosos ni a personas comprometidas políticamente. Los elige del montón.

Parece que le interesó más su disponibilidad a acompañarlo que sus capacidades y sus características especiales.

A Jesús no le interesa tanto nuestra capacidad o nuestra idoneidad, sino que tengamos ganas de acompañarlo, que tengamos ganas de comprometernos, de caminar con Él y dejarnos guiar por Él.

En eso consta el llamado de Jesús, que llega a nosotros en lo que realizamos a diario y no solamente cuando estamos celebrando, sino también en lo cotidiano... en el duro día a día. Eso es lo más difícil, porque en una celebración todos la presencia de Dios entre nosotros y lo podemos percibir de ese modo. El desafío está en poder vivir la realidad de ser llamados en nuestra vida cotidiana.

Vivir la realidad de ser llamados por Dios implica que yo debo pensar cada actitud y cada palabra que voy a decir, para ver si se ajusta a lo que Jesús quiere de un discípulo. Debo pensar cada cosa (en mi trabajo, en la relación con los demás) para observar si acaso refleja y contribuye a lo que Jesús nombra como Reino de Dios, del que nos hace partícipes.

También es cierto que recibimos llamados todos los días. Se nos llama y se nos ofrecen espejitos de colores a cada instante. Lastima que para el sistema valemos solamente por lo que somos capaces de consumir y por lo que pueden obtener de nosotros. Vivimos una época bastante descartable, que empezó con las botellas de plástico, las cientos de bolsitas de los supermercados y hoy en día se extiende a las personas.

Sin embargo, ante todas esas llamadas que nos hace el Reino del Mercado, diciéndonos que somos maravillosos, mostrándonos a veces valores anti Reino de Dios, en la vereda de enfrente observamos a Jesús con su llamado. Él nos llama mirándonos a nuestros ojos, diciéndonos por nuestro nombre.

Nos llama porque somos valiosos. Nos llama porque quiere estar a nuestro lado para ayudarnos a caminar es las dificultades. Nos llama porque necesita obreros que tengan voluntad de transmitir con su ética, con su moral, con su fe... los valores del Reino que el mismo nos ha enseñado y nos enseña a través de la Biblia.

AMEN

 



Pastor Eugenio Albrecht
la IERP en Villa Gral Belgrano, Córdoba Argentina
E-Mail: eugenio@compartirdesafios.org.ar

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