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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo de Adviento , 17.12.2017

Sermón sobre Juan 1:6-8, 19-28, por Marco Garrido Espinoza

Lecturas bíblicas

 

Por ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo. Señor

 

Estimada Comunidad, que el buen Dios con su gracia y amor, nos acompañe hoy y siempre. Amén.

En este tercer domingo de Adviento las lecturas bíblicas salen a nuestro encuentro y nos invitan a reflexionar sobre la vida y misión de nuestra Iglesia a partir de la irrupción de Dios en la historia. El relato bíblico nos recuerda ¿quiénes somos? ¿Dónde estamos? Y ¿Qué hacemos con nuestra vocación y talento?

El profeta Isaías nos habla de “consuelo y alegría” a partir de la acción Divina que quiere a toda costa atender el clamor y el dolor de su pueblo que sufre diversas calamidades provocada por la “política-económica-militar internacional” del imperio babilónico. El retorno a la patria después de exilio no ha sido fácil y a provocado caos y desesperanza. Es aquí donde la “palabra de Dios” tiene sentido, pues acompaña a las personas a partir de las reales necesidades que ellas tienen. No para conformarse con la realidad que oprime, sino para cambiarla y transformarla.

 

El Obispo Helmut Frenz en el estudio bíblico sobre el Siervo sufriente (1974) propone como Misión de la Iglesia tres tesis que siguen siendo pertinentes hoy.

 

Tesis uno: “El fundamento de nuestra Iglesia es el llamado de Dios que nos ha sido dado a través del Siervo de Dios, Jesús. Este llamado del Siervo de Dios nos compromete también a ser la imagen sirviente del Siervo”

Tesis Dos: “La Iglesia del siervo de Dios tiene la misión de estar allí para otros. Está llamada a la Misión universal. El mensaje de salvación que se debe anunciar rompe con las fronteras idiomáticas, confesionales y de fe. La promesa del siervo de Dios vale para ella como iglesia misionera: “Te voy a poner por luz de las gentes”

Tesis tres: “La fidelidad de la iglesia del siervo de Dios consiste en la transmisión fiel del juicio de la gracia de Dios, cuya comunicación siempre nueva Dios ha prometido a su Iglesia.

La Iglesia existe por el continuo escuchar y obedecer de la palabra de Dios, nos recuerda el pastor. En ello es siempre impugnada por las voces de los cansados y perezosos que la rechazan, a quienes la Iglesia (ella) no debe prestar oído.”[1] …“El SEÑOR omnipotente me ha concedido tener una lengua instruida, para sostener con mi palabra al fatigado. Todas las mañanas me despierta, y también me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. El SEÑOR omnipotente me ha abierto los oídos, y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás. Isaías 50:4-5

Pensar en la misión la Iglesia es importante, teniendo en cuenta el contexto local y mundial en el que nos encontramos. En la Comprensión de la Federación Luterana Mundial “La misión abarca proclamación, servicio y trabajo a favor de la justicia. “La misión como proclamación es un intento de cada cristiano/a de comunicar e interpretar la historia del evangelio en su contexto como una manera de descubrir la acción salvadora de Dios y su presencia significativa en el mundo. La misión como servicio resalta la dimensión diaconal de una fe activa en amor, trabajando para el empoderamiento y la liberación de las personas que tienen necesidad. La misión como trabajo a favor de la justicia designa la praxis de la iglesia en la arena pública como una afirmación y reafirmación de la dignidad de la vida humana, tanto la de los individuos como la de la comunidad, así como un sentido más amplio de la justicia que engloba las esferas económica, social y ecológica (Consulta sobre Misión efectuada el año 1998 en Nairobi)

 

El Salmista nos habla de la justicia y de la bendición otorgada por Dios a los retornados del exilio. “Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, no parecía estar soñando. Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: «El Señor ha hecho grandes cosas por ellos». Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría” (Sl 126).

 

El apóstol Pablo en 1 de Tesalonicenses 5: 16-24  nos recuerda una de las tareas fundamentales de la Iglesia. Es decir: “Discernir”.  El apóstol recomienda: “No apaguen el Espíritu, no desprecien las profecías, sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal” El concepto griego DOKIMAZO – Discernir- es utilizado por Pablo en toda sus cartas (Gálatas, 6,4; 1 Corintios 3,13; 1 Corintios 11,28-29; 2 Corintios 13,5; Filipenses 1,10; Romanos 12,1-2;). Debe entenderse como una tarea personal y comunitaria, no como contemplación, sino como un proceso de análisis, que desvela y revela la cruda realidad por un lado y por otra la Justicia y la gracia de Dios a través del Cristo crucificado y resucitado.

En el Evangelio de Juan nos encontramos con el discípulo que da testimonio de la gracia de Dios y que anuncia con fuerza el advenimiento de Cristo. La Proclamación de Juan, nos recuerda el amor incondicional de Dios por la humanidad que se revela en Jesucristo quien nos trae la salvación.

Al escuchar la proclamación de la palabra de Dios, descubrimos que cumplir su voluntad es placentero. Nos alegra anunciar el amor incondicional que Dios tiene por la humanidad y la creación toda. Ser destinatarios de la Gracia de Dios nos permite establecer relaciones y conversaciones genuinas entre nos y otras personas desde nuestra fe evangélica luterana. Por esta razón expresamos: Por ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo. Señor.

Hemos comprendido que el tipo de relación y conversación que Cristo establece con sus discípulos posibilitan el acompañamiento pastoral de las personas en su contexto. -También la relación que establecemos con toda la creación es interpelada por la acción de nuestro Señor.

Estimados hermanos y hermanas, es el propio Cristo quien nos alienta y nos motiva a ser sus discípulos – discípulas, que con alegría viven y celebran la libertad que él nos ha regalado.

Que el buen en Dios nos ayude a mantener una actitud positiva y de acogida en nuestra comunidad de fe. También el compromiso profético que anuncia y denuncia la injusticia social y ecológica en las que se encuentra nuestra sociedad. Que en este tiempo de Adviento podamos vivir con alegría nuestra vocación y confesión.

¡Que el buen Dios nos ayude!

 

[1] Helmut FRENZ. Mi vida chilena: solidaridad con los oprimidos., p. 227



Pastor Marco Garrido Espinoza
Iglesia Evangélica Luterana en Chile
E-Mail: marcoa.garrido@gmail.com

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