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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

NOCHE BUENA, 24.12.2017

Sermón sobre Lucas 2:1-20, por Izani Bruch

Gracia y paz de Dios sean con ustedes.

Esta noche en todos los rincones del mundo celebramos uno de los hechos fundantes de nuestra fe: el nacimiento de Jesús, la encarnación de Dios en la historia de la humanidad. Como todo acontecimiento, este acontece en un contexto, según el propio relato del Evangelio, cuando Augusto era emperador y ordena un censo en todo el mundo.

Nuestro actual contexto en que celebramos la Navidad está marcado por la desesperanza, violencia, miedos, preguntas, soledades… Vivimos en una época con una fuerte economía neoliberal que promueve un consumismo desenfrenado, de creciente fundamentalismos religiosos, represiones, crisis climática, migraciones y como país, un nuevo gobierno recién electo.

Sin embargo, parece que el contexto y sus diferentes problemáticas en esta época navideña no importan, o más bien, la economía neoliberal logra disfrazarlo muy bien. Sueñan villancicos navideños, deseos de felicidad y paz. Tristemente, observamos cómo cada año el comercio toma cuenta de este evento importante de nuestra fe, poco y nada se reflexiona sobre las contradicciones y el lugar dónde ocurrió la encarnación de Dios en la historia de la humanidad. El pesebre queda escondido en medio de tantos adornos, regalos, comidas… El gran protagonista de la Navidad es un personaje llamado Santa Claus.  

En medio de esta realidad, de muchas luces, ruidos, comidas, estrés, publicidad comercial, consumo… Nos hemos dado el tiempo para estar aquí, algunos/as cansados/as, otros/as preocupados/as con la cena y con la hora. Nos encontramos en comunidad para escuchar nuevamente el escandaloso y esperanzador mensaje que anuncian los ángeles a los pastores, a estos humildes trabajadores: No tengan miedo, les traigo una buena noticia, que será motivo de alegría para todos/todas: en Belén ha nacido un Salvador, el Mesías, el Salvador (v.10-12).

Una vez más viene al encuentro de nuestras vidas este mensaje, la Buena Noticia de que Dios se ha encarnado en un niño para cambiar la realidad sufriente de la historia de la humanidad. Los ángeles nos anuncian que las promesas de un nuevo tiempo se hacen realidad en el pesebre de Belén, ha nacido el Salvador. Dios se hace humano y a través de un niño hace brillar su luz para los que vivían en tinieblas. Como señala el profeta Isaías Dios ha manifestado su misericordia para con sus hijos e hijas, pues “ha deshecho la esclavitud que oprimía al pueblo, la opresión que lo afligía, la tiranía a que estaba sometido” (Isaías 9:4).  Allí en el pesebre, donde no hay nada más que la humanidad de María y José, el calor de los animales, humildad, marginación y pobreza es el lugar dónde Dios se encarna. Un Dios tan humano, tan igual a nosotros/as, encarnado en la cotidianeidad de la vida de la gente sencilla, sin recursos y poder. ¡Qué buena noticia!

Qué bueno volver escuchar esta noche que Dios llega a nosotros/as en el niño Jesús, el Salvador, que llega de forma tan distinta, sin brillos ni resplandores, sino en medio de la propia vulnerabilidad humana, promoviendo y haciendo visible la dignidad de aquellos y aquellas que siguen no teniendo lugar para nacer en este mundo. 

El Dios de Jesús es un Dios que desde los lugares inesperados, en las grietas, en los rincones, en los márgenes, en las fronteras, en el pesebre, en medio de los animales revela su amor y misericordia. ¡No tengan miedo! En nuestra soledad, en nuestros miedos, en nuestra desesperanza y vulnerabilidad de ser tan pequeños y pequeñas frente a este mundo que evoluciona por caminos peligrosos, Dios arma su tienda para habitar entre nosotros/as.

Cuando analizamos y vemos la realidad latinoamericana nos invade la desesperanza. Pues duele ver que la población pobre está cada vez más pobres, los ricos cada vez más ricos, con acumulación escandalosa de riquezas. Gobiernos y líderes corruptos se instalando en el poder, gobiernos que promueven la brecha de la desigualdad entre los seres humanos, que consideran la educación, salud, vivienda, derechos básicos como bienes de consumo. Duele ver nuestros pueblos oprimidos, afligidos, sometidos y cabizbajo frente al actual sistema neoliberal que nos arrebata derechos, esperanzas   y pisotea la dignidad de los más pobres y vulnerables.  

¿Cómo seguir viviendo con esperanza? ¿Cómo ser esperanza contra toda desesperanza? Mi respuesta es: desde el mensaje anunciado a los pastores. Si, desde del pesebre de Belén nos llega en esta noche un susurro suave de esperanza, el ángel aparece en medio de nuestra noche oscura para anunciarnos que las noches no son tan oscuras, y decirnos no tengan miedo…Hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, que  tendrá como base en su reinado la justicia y el derecho.

En el niño Jesús, Dios llega a nuestras vidas para eliminar el odio, la violencia, para echar de manos vacías los opresores, se hace humano para eliminar los muros, las fronteras y las diferencias tan marcadas en nuestra humanidad.

El anuncio de la buena noticia movilizó a los pastores. ¿Y a nosotros y nosotras nos moviliza? ¿Nos ayuda a reconstruir la esperanza?

La buena noticia que nos trae el Evangelio en esta Nochebuena nos invita a la esperanza, a levantarnos de nuestros lugares de confort, a dejarnos guiar por un niño envuelto en pañales, por este niño que no tuvo lugar para cobijarse, como muchos/as migrantes en nuestro país.

Tener fe y confesar a Jesucristo como nuestro Salvador, creer en el Dios encarnado, implica como siempre digo ser contracorriente en nuestra sociedad. Es creer en lo que no es visible a nuestros ojos, es creer y trabajar por posibilidad de una sociedad más justa y solidaria, que tenga como base la justicia y el derecho para todos y todas.  

Tener esperanza contra toda desesperanza es nuestro desafío. Eso implica arriesgarse y poner nuestra confianza en el Dios con nosotros/as, en el Dios Emmanuel, en este Dios que se encarna lejos de los palacios, del poder opresor del imperio romano.

Nuestra fe en Jesucristo como nuestro Salvador afirma que creemos en Jesús como un Salvador totalmente opuesto al sentido y parámetros de la sociedad. Nuestro Salvador, el niño nacido en Belén, no   se rige según el poder, la gloria, la importancia, la riqueza, el prestigio, el estatus…No salva a través del sometimiento y opresión, sino nos salva con su amor y misericordia, haciendo nuevas todas las cosas.

Celebrar la Navidad es renovar la fe y la esperanza en este Salvador que ha nacido en Belén. Celebrar la Navidad es ser contracorriente al sistema económico/comercial neoliberal, es asumir la actitud de los pastores de caminar a Belén y ver que todo sucedió como había sido anunciado. Es mi deseo, mis hermanos y hermanas, que esta noche podamos volver a admirarnos y renovar nuestra esperanza junto al niño que está acostado en pañales en el pesebre. Pues, aun en medio de tantos ruidos, brillos y regalos ostentosos, Dios nos sigue mostrando que nuestra Salvación está en Cristo de Belén, allí está nuestra esperanza y nuestra paz.

Como toda Navidad, tenemos la oportunidad de  hacer de esta Navidad una Navidad distinta, podemos ser espectadores/as o  colaboradores/as del Dios con nosotros/as para  abrir espacio y dar lugar a los más pequeños, a los humildes,  a las  personas marginadas y excluidas, pobres, despreciados, a las personas no queridas,  como son nuestros hermanos y hermanas migrantes.

Tenemos la oportunidad en esta Navidad de dar un testimonio de comunidad que no saca a Cristo del pesebre y se quede solo con las pajas. Les invito a que podamos hacer un lugar para Jesús, que podamos celebrar las señales de la gracia y del amor incondicional de Dios que están presentes en nuestro medio a pesar de tantas situaciones de dolores y aflicciones. Que podamos ser el pesebre de Belén, que podamos ser un lugar de acogida para aquellos y aquellas que no tienen lugar en nuestra sociedad, que sufren, que no tienen esperanza y necesitan ser hospedados/as por nosotros y nosotras.

Seamos nosotros y nosotras esta luz de Dios en medio de la oscuridad. Seamos paz, reconciliación, compasión, esperanza y solidaridad. Que en esta Navidad el centro de nuestras celebraciones familiares y comunitarias sea el niño envuelto en pañales acostado en el pesebre, nuestro CRISTO. Que podamos en familia, en comunidad redescubrir el sentido de dignidad, paz, justicia y comunión fraterna entre todos los pueblos de la tierra.

Que el Dios con nosotros y nosotras, el Dios Emmanuel renueve en nosotros y nosotras la esperanza en su promesa de justicia y de paz. Celebremos, pues Dios está con nosotros y nosotras, y como decía el Apóstol Pablo: “Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8:31).

Que esta Navidad renueve nuestro testimonio y esperanza, que sea buena noticia de gozo y alegría para nosotros/as y a todas las personas de buena voluntad para seguir soñando con nuevos cielos y nueva tierra. Amén 

CANCIÓN DE NAVIDAD DE SILVIO RODRÍGUEZ

El fin de año huele a compras, enhorabuenas y postales con votos de renovación; y yo que sé del otro mundo que pide vida en los portales, me doy a hacer una canción.

La gente luce estar de acuerdo, maravillosamente todo parece afín al celebrar. Unos festejan sus millones, otros la camisita limpia y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo, las estrellas, la luna, porque a ti te la entrego, que no tienes ninguna. Mi canción no es tan sólo de quien pueda escucharla, porque a veces el sordo lleva más para amarla.

Tener no es signo de malvado y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud; pero el que nace bien parado, en procurarse lo que anhela no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha, a quien no dejan escucharme, a quien ya nunca me escuchó: al que su cotidiana lucha me da razones para amarle: a aquel que nadie le cantó.

Mi canción no es del cielo, las estrellas, la luna, porque a ti te la entrego, que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo de quien pueda escucharla, porque a veces el sordo lleva más para amarla.

 



Pastora Izani Bruch
Congregación El Buen Samaritano-IELCH, Chile
E-Mail: izani.bruch@gmail.com

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