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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo de Pascua , 15.04.2018

Sermón sobre Lucas 24:35-49, por Stella Maris Frizs

Todos los sentimientos que giran en torno a la muerte y resurrección de Jesús están muy lejos de generar fe.

La tumba vacía dio origen al miedo, al espanto y al temblor. La aparición del Resucitado en medio de los discípulos, según nuestro texto, produjo susto, inquietud, dudas…

Pero no podemos juzgar. Probablemente pasaríamos por la misma experiencia. Es cierto que Jesús había anticipado su muerte y resurrección varias veces (Lucas 18:31ss) pero “los discípulos no entendieron nada, ni sabían de qué les hablaba, pues eran cosas que no podían comprender”. Porque una cosa es oírlo y otra muy diferente es vivirlo. Es que la resurrección no es un hecho histórico cualquiera. Sólo se puede aceptar y comprender desde la fe.

Entonces era necesario que el Resucitado se manifestara, se revelara, ofrezca pruebas, les hable al corazón para que aquellos escépticos discípulos comiencen a despertar de aquel sueño.

El relato que acabamos de leer (o escuchar) nos ubica en algún lugar de Jerusalén donde los discípulos de Emaús están contando a los once apóstoles la experiencia que tuvieron en el camino y cómo reconocieron a Jesús al partir el pan.

En eso estaban cuando Jesús se hace presente en medio de ellos y les infunde paz, les transmite confianza, como una manera de contrarrestar el pánico que se había apoderado de ellos. Les muestra sus manos, sus pies. Les invita a ver sus heridas, a tocar las marcas en su cuerpo.

Aceptar esta realidad los lleva a pasar por un proceso de crecimiento, de superación, de cambios en sus sentimientos (ahora de alegría y asombro). Pero les costaba convencerse. No terminaban de asimilar semejante milagro. Demasiado hermoso para ser real.

Por eso Jesús pide comida. Simplemente para demostrarles que un “espíritu” no puede tener hambre.

Y aunque aquellas exclamaciones e interrogantes de Jesús acerca de sus miedos, su desconfianza y sus dudas, suenen a reproche (depende el tono con que se lea); creo que Jesús entiende la situación por la que están pasando y busca la manera de llevar a aquellos temerosos discípulos a un convencimiento pleno para que luego se conviertan en sus testigos.

El teólogo William Barclay dice respecto de Tomás: “Hay más fe en una duda honesta que en la mitad de los credos”.

A veces es necesario pasar por la duda para fortalecer la fe. ¿O no nos sucede lo mismo cuando intentamos analizar, investigar, racionalizar algo que nos parece increíble o imposible? Y nos preguntamos ¿Será verdad?

Pero Jesús les ayuda y nos ayuda a crecer en esa fe. Una fe que se manifiesta claramente en Tomás cuando luego de verificar que se trata de su maestro dice: “Mi Señor y mi Dios”!(Juan 20:28) Y ya nada lo detuvo.

Y ¿cómo nace esa fe? Dice Pablo que “la fe nace por el oír el mensaje y el mensaje viene por la Palabra de Cristo” (Romanos 10:17) Por eso Jesús (después de identificarse y de asegurarse que lo habían reconocido como el que era) comienza a hablarles; a explicarles los pasajes de las Escrituras comenzando por los libros de Moisés, los profetas y los salmos. Y ellos comenzaron a entender las Escrituras al recordar las promesas y ver cómo se cumplían delante de ellos. Los ojos se abren y tal vez el corazón empieza a arder en su pecho. (24:31-32)

Y la clave para entender todo estaba en la muerte y la resurrección de Jesús. Muchas cosas empezaban ahora a tener sentido y razón de ser. El camino se aclara, el encierro pierde poder. No solamente comienzan a entender, sino que el miedo comienza a desaparecer y la fe a crecer.

Ahora sí, Pablo puede decir: “Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe y de nada serviría el mensaje que predicamos” (I Corintios 15:14) Es por fe que se alcanza el perdón. Es por fe que Dios nos declara libres de culpa. Es por fe….

Ese es el testimonio que los discípulos deben anunciar. Ese es el mensaje que los discípulos deben salir a proclamar. Aunque todavía debían esperar la llegada el Espíritu Santo que les daría fuerza, valor y coraje…

Hoy, nosotros, los seguidores de Cristo estamos agradecidos a los/as valientes discípulos/as que no silenciaron esta Buena Noticia. Que no callaron por temor a represalias. Que no se acobardaron ante la amenaza de los poderosos.

Hoy, nosotros somos enviados a proclamar al mundo entero que la vida es más fuerte que la muerte y que el amor siempre triunfa sobre el odio…

Y aunque el miedo y la duda se apoderen a veces de nosotros, que podamos escuchar aquella afirmación y promesa de Jesús: Soy yo. No tengan miedo. Vayan y digan: Vayan y anuncien.

Jesús vive! Y nos desafía a ser sus testigos: “Por ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo, Señor” (Canto y Fe, Nº 275) Amén.



P. Stella Maris Frizs
Basavilbaso, Entre Ríos, Argentina
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

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