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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Primer Domingo de Adviento, 02.12.2018

Sermón sobre Lucas 21:25-36, por Pedro Kalmbach

Estimadas hermanas, estimados hermanos

Hoy empezamos un nuevo tiempo en el calendario litúrgico, el tiempo de Adviento. Adviento es el tiempo que nos invita a renovar la esperanza, a recuperar las fuerzas, a dirigir nuestra mirada hacia el “Hijo del hombre viniendo en una nube con gran poder y gloria” (vs 27), que hará justicia y establecerá el derecho en la tierra.

Al escuchar el evangelio pareciera ser que el mismo estuviera escrito para nosotros hoy. De manera semejante a la que le tocó vivir al pueblo de Israel después de la destrucción del templo de Jerusalén (año 70), lo cual le trajo una gran crisis, la humanidad hoy y el globo terráqueo se encuentran ante una situación de extrema complejidad y fragilidad. Tenemos señales que son altamente preocupantes, y que en su mayoría son consecuencia de la acción irresponsable y egoísta de la humanidad: el calentamiento global; tsunamis; terremotos; extinción del agua potable; aniquilación sistemática de especies naturales en la fauna y en la flora; métodos dañinos y destructivos de extracción de petróleo (fracking); la práctica indiscriminada del monocultivo, de la producción agrícola extractivista que requiere del riego de millones de litros de venenos; el avance sistemático de los países y de las corporaciones con su poder bélico y económico sobre los recursos naturales renovables y no renovables; riesgos potenciales de guerras nucleares; la expulsión de cientos de miles de personas de sus tierras y de sus países por razones religiosas, políticas, económicas; un creciente fanatismo religioso que se muestra violento hacia toda expresión divergente y hacia toda persona que entra en sus filas; etc. Este inicio de Adviento nos encuentra con claras señales de violencia, de ausencia de paz y justicia, de muerte. Hace falta tan solo mirar a nuestro alrededor. Las señales están ahí, queramos o no queramos verlas. Pareciera ser que las naciones y los seres humanos ya no consiguen controlar todas las fuerzas destructivas que han desatado.

Cómo no desesperar y angustiarse ante este panorama. Ante esta situación, sin embargo, paradójicamente Jesús invita a levantar la cabeza y a tener esperanza en lo que hará Dios: “Cuando comiencen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados.” (vs 28) Es decir, todo en este mundo puede colapsar, incluso lo más sagrado como el templo o el culto a Dios, sin embargo lo importante y central permanece que es Dios en Cristo y su Palabra.

Levanten la cabeza, miren las señales que Dios manda, miren los brotes de vida nueva, “fíjense en la higuera o en cualquier otro árbol. Cuando ven que brotan las hojas, se dan cuenta ustedes que ya está cerca el verano. De la misma manera, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que el reino de Dios ya está cerca” (vs 29b-31). La Palabra de Dios, en este primer domingo de Adviento, viene a nosotros, nos trae ánimo y esperanzas; consuelo en nuestras aflicciones; promesa de vida nueva en medio de la muerte; comunión en medio de la soledad; paz en tiempos de angustia y de miedo; nuevas oportunidades en la desilusión; perdón ante las faltas; gratitud en la alegría.

En el inicio de este tiempo de Adviento, tiempo de espera en la Palabra encarnada, necesitamos reconocer lo ambiguo y provisorio que es nuestra vida. Es urgente que hablemos la verdad sobre nuestra existencia: ella es frágil, ella es pasajera; en su contradicción ella necesita de la Palabra que crea y recrea la vida.

En este tiempo de Adviento que se inicia, un tiempo difícil y contradictorio, de muchas inseguridades y desesperanzas, nos sostiene la oración del salmista cuando dice: “Señor, a ti dirigimos nuestra oración; Dios, en ti confiamos; (…) muéstranos tus caminos; guíanos por tus senderos; guíanos, encamínanos en tu verdad, pues tu eres nuestro Dios y salvador. ¡En ti confiamos a todas horas!” (Salmo 25, 1.2ª.4-5)

Que en este tiempo de Adviento, mientras nos preparamos para la venida de nuestro Señor, podamos tener el coraje para abandonar las falsas seguridades y dejarnos abrazar por aquello permanece, su Palabra. Que podamos estar en vigilia, dejar que entre nosotros/as crezca la solidaridad, la justicia, el amor, la compasión, la comprensión, la inclusión…

Amén



Pastor Pedro Kalmbach
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: pedro_kalmbach@yahoo.com.ar

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