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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3º Domingo de Adviento , 16.12.2018

Sermón sobre lu 3:7-17, por Roberto Oscar González

Era el año decimoquinto del imperio de Tiberio César. Poncio Pilato era entonces gobernador de Judea, Herodes era tetrarca de Galilea, su hermano Felipe era tetrarca de Iturea y de la provincia de Tlaconete, y Lisanias era tetrarca de Abilinia. Anás y Caifás eran sumos sacerdotes. En esos días Dios le habló a Juan hijo de Zacarías en el desierto. Juan fue entonces por toda la región cercana al Jordán, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados, tal y como está escrito en el libro del profeta Isaías:

 

«Una voz clama en el desierto:

Preparen el camino del Señor

y enderecen sus sendas.

Todo valle será rellenado,

y todo monte y colina será nivelado.

Los caminos torcidos serán enderezados,

las sendas dispares serán allanadas,

y todos verán la salvación de Dios.»

 

A las multitudes que acudían para ser bautizadas, Juan les decía:

« ¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? Produzcan frutos dignos de arrepentimiento, y no comiencen a decirse: “Tenemos a Abrahán por padre”, porque yo les digo que aun de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abrahán. El hacha ya está lista para derribar de raíz a los árboles; por tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado en el fuego.» 10 La gente le preguntaba: «Entonces, ¿qué debemos hacer?» 11 Y Juan les respondía: «El que tenga dos túnicas, comparta una con el que no tiene ninguna, y el que tenga comida, haga lo mismo.» 12 También unos cobradores de impuestos llegaron para ser bautizados, y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?» 13 Él les dijo: «No cobren más de lo que deban cobrar.» 14 Unos soldados también le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Y Juan les respondió: «No extorsionen ni calumnien a nadie, y confórmense con su salario.» 15 Como el pueblo estaba expectante y todos se preguntaban si acaso Juan sería el Cristo, 16 Juan les dijo a todos: «A decir verdad, yo los bautizo en agua, pero después de mí viene uno que es más poderoso que yo, y de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado. Él los bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 Ya tiene el bieldo en la mano, de modo que limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que nunca se apagará.»

La predicación de Juan no era, justamente, la que se espera de un pastor… Su predicación era agresiva, violenta con expresiones chabacanas: « ¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? y peligrosamente frontal. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, tenía un “estilo” muy particular y por cierto no era pastoral…

 

Empezaba pidiéndole a la gente que compartieran lo que tenían con los que no tenían. Su buena noticia estaba comprometida con las y los pobres, Dios no perdonaría ningún pecado con quien está contento por tener más cuando otros tienen menos. « Cuando daba comida a la gente pobre me decían que era un santo; cuando pregunté por qué la gente era pobre me dijeron que era comunista.» Msr. Elder Cámara

 

Mandaba u ordenaba a quienes tenían trabajo que no lo dejaran, sino que cumplieran con él, como era debido: que el publicano fuera un buen publicano, y el soldado un buen soldado. Esto es interesante; pues me pregunto ¿qué predicaría, hoy, Juan? Donde hay lugares o países donde existen personas muy calificadas en sus tareas o empleos; que han demostrado por años su eficiencia y buena calificación y, de repente quedan sin empleo… Sumiendo a sus familias al hambre, la miseria, la marginación y la pobreza… ¡Ah…! ¡Pero si tocamos este tema, no hablemos de política…!!!

 

Sin embargo… ¿Qué es lo que Juan dice y que de alguna manera denuncia? Denuncia los abusos que existían en un sistema corrupto; tanto en lo social, político o religioso, donde nadie podía tomar ejemplo de nadie… No vamos a entrar en detalles, pero sabemos cómo terminó Juan –decapitado, justamente por denunciar la corrupción de sus gobernantes que empobrecían cada vez más al pueblo, material y espiritualmente… Su muerte fue el precio que pagó por ser coherente con su mensaje de justicia. Un precio que, lamentablemente, muchas personas cristianas hoy, no estamos dispuestas a pagar…

 

Juan estaba bien seguro de que él no era más que el precursor. El rey estaba todavía por venir, y con Él vendría el juicio. El bieldo o rastrillo, muy conocido por los agricultores y con el que se echaba hacia arriba lo trillado; el grano, más pesado, caía al suelo, y la brisa aventaba la paja. Sí, ya estaba preparado.

 

Así como se separa el trigo de la paja, el rey separaría a los buenos de los malos. Así describía Juan el juicio, un juicio que la persona podía pasar con confianza si había cumplido sus deberes con los demás y había hecho bien su trabajo cotidiano. Juan era un predicador supremamente efectivo.

 

El Tiempo de Adviento es un tiempo de espera en la Esperanza. De Esperanza no sólo para nosotras y nosotros que, posiblemente, no nos falta nada, sino también para nuestras hermanas y hermanos que padecen el hambre, la pobreza y la marginación.

 

Adviento es un tiempo, de ayuno y oración pensemos que este ejercicio espiritual es bueno pero no es suficiente; pues, si perdemos de vista a quienes ayunan obligados por un sistema económico depredador, el Evangelio nos dice: Ya conoces los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No des falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.» Aquel hombre le respondió: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: «Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.» Amén. Marcos 10:19-21 (RVC)

 

Oremos: Dios Padre y Madre acompáñame a transitar este Tiempo de Adviento; que pueda regocijarme contigo, cuando tenga la posibilidad de estar con quienes tienen menos y poder paliar el sufrimiento y la soledad en sus momentos de apremio. Que las luces y los adornos, colocados en nuestras casas, no apaguen tu Luz que irradia verdadero Amor y verdadera Justicia. Elevo mi oración en el nombre de Jesucristo, que vive y gobierna contigo y el Espíritu Santo; única verdad de nuestra fe. Amén.



Pastor Roberto Oscar González
Buenos Aires, Argentina
E-Mail: roberto_gonzalez.2013@yahoo.com.ar

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