En este domingo seguramente surgen en nuestra mente recuerdos de lo sucedido durante este año que está finalizando. Recordamos los momentos difíciles, que nos trajeron amargura, tristeza, miedo, dolor, resignación: una desilusión, una enfermedad, la partida de un ser querido, discusiones y rupturas con seres queridos, la inestabilidad en el trabajo, la creciente injusticia hacia los sectores más vulnerables, la creciente destrucción del Ambiente (Creación de Dios),… Así también los momentos gratos, momentos que nos llenaron de alegría, de afectos, de esperanza, de logros. Es un día especial para revisarnos delante de nuestro Señor y pedir que el año venidero sea mejor que el que se está yendo.
¿Qué podemos pedir para el año 2019? Propongo que por un momento pongamos en suspenso esta pregunta para escuchar lo que nos dice uno de los textos que nos acompaña en este domingo (Isaías 66,10-14):
10Todos ustedes, los que aman a Jerusalén, ¡alégrense y regocíjense con ella! ¡Llénense de regocijo por ella, todos los que por ella se han entristecido!
11Porque ella los amamantará en sus pechos, y los consolará y dejará satisfechos; ustedes serán amamantados, y disfrutarán de las delicias de su gloria.
12Ciertamente, el Señor ha dicho: «¡Miren! Voy a extender sobre ella la paz y la riqueza de las naciones, como si fueran un río desbordado. Ustedes serán amamantados y llevados en brazos, y mimados en el regazo.
13Yo los consolaré a ustedes como consuela una madre a sus hijos, y en Jerusalén hallarán consuelo.»
14Ustedes verán esto, y su corazón se alegrará y sus huesos se rejuvenecerán como la hierba. La mano del Señor se dará a conocer entre sus siervos, y su enojo se manifestará contra sus enemigos.
El pueblo de Israel ha retornado, o está por hacerlo, de su cautiverio en Babilonia donde fue víctima de grandes injusticias. Ese retorno es como un renacer, por eso el autor usa imágenes de gran ternura que se relacionan con el cuidado y el consuelo maternal. La gloria de Dios es la que va a consolar al pueblo de sus angustias y sufrimientos. El promete paz a raudales, como un río, un torrente desbordante. Esa paz de Dios es shalom, que significa mucho más que simple paz. Claramente ella refiere a ausencia de conflictos, al bienestar, a la calma y tranquilidad, pero también significa compensar, retribuir, reconciliar, volver al equilibrio de la justicia. Shalomes bendición. Dios quiere manifestarse en la vida del pueblo oprimido a través de su gloria, dándole consuelo como una madre consuela a sus hijos. Dios quiere que el pueblo tenga vida, y allí estará él para dársela con su espíritu y sus cuidados amorosos.
El texto concluye con la mano de Dios que será conocida por sus siervos y su enojo contra sus enemigos. Es decir, permanece la seguridad del resguardo de la mano protectora de Dios, que cobija y bendice ante la amenaza de la injusticia y opresión.
Volvamos entonces a la pregunta realizada al inicio: ¿qué podemos pedir para el año 2019? Considerando la promesa de Dios hecha a su pueblo que regresaba del exilio, de una vida bajo la opresión de gobiernos injustos, ávaros y llenos de codicia, podríamos pedir lo siguiente:
La promesa de la presencia, del resguardo y cuidado de Dios es hermoso y da muchas esperanzas y fuerzas. Sin embargo, creo que Dios también espera algo de nosotros:
Si queremos que algo mejore en nuestra sociedad y nación, es necesario comenzar por nosotros mismos. Pidamos a nuestro Señor que él nos cambie y que nos haga siervas y siervos suyos conforme a su voluntad.
Señor, haznos en instrumentos de tu paz. Amén