Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

2º Domingo de Cuaresma, 17.03.2019

Sermón sobre Lucas 9:28-36, por Stella Frizs

Para entender mejor el texto y descubrir cuál es el centro o el tema de este párrafo, debemos repasar los textos anteriores que, de alguna manera, van preparando la pasión de nuestro Señor Jesucristo.

Primeramente es cuando Jesús pregunta a sus discípulos a cerca de su identidad y  Pedro lo reconoce como el Mesías. Luego Jesús anuncia su muerte y su resurrección y finalmente explica las condiciones del discipulado.

Después de esto es cuando los discípulos serán partícipes y testigos de una experiencia única y maravillosa en el cerro. Lugar que Jesús había elegido para orar. Lugar donde prevalecía la luz (su rostro resplandeció y su ropa se volvió blanca y brillante)

Allí en un lugar casi místico, de paz y de luz, ocurre la transfiguración de Jesús: cambia su aspecto, su apariencia, su fisonomía.

Dos personajes legendarios entran en escena: Moisés y Elías. Ellos, también rodeados de un glorioso resplandor, hablan con Jesús sobre su partida y lo alientan a seguir adelante.

Jesús tenía claridad sobre lo que vendría, pero los discípulos estaban confundidos y no alcanzaban a comprender lo que su maestro les venía anticipando. Luchan entre el sueño y el permanecer despiertos, entre quedarse o descender, entre el miedo y la tranquilidad que les infundía la voz de Dios.

Vieron la gloria de Jesús, pero para ellos Jesús iba camino al fracaso. Y eso, sin duda era inaceptable. En Marcos 8:31ss vemos cómo después que Jesús anuncia su sufrimiento, rechazo y muerte, Pedro comenzó a reprenderlo…

¿Qué es lo que Jesús pretende lograr con esta vivencia metodológica?

Es el fortalecimiento de la fe. Quiere que sus discípulos puedan experimentar la cercanía de Dios. No es casualidad que los lleva al cerro, símbolo de ascensión del ser humano hacia Dios y lugar de manifestación divina.

Es el lugar y el momento (noche) donde la oración se vuelve más intensa.

Es el lugar ideal en medio de la oscuridad, el silencio, el miedo, la incomprensión y la duda que se puede oír la voz de Dios diciendo: “Este es mi Hijo, mi elegido: escúchenlo”.

Este es el camino de la fe también para nosotros! Los discípulos tuvieron que pasar por momentos de oscuridad, de duda, de incertidumbre hasta llegar a la maduración.

La apariencia de Jesús cambió mientras oraba. Eso nos muestra que la oración unida a la fe puede hacer que muchas cosas cambien también en nuestra vida. La oración y la fe nos preparan para lo que viene, para lo que tenemos por delante. Es un acto de confianza total en Dios que nos lleva muchas veces por caminos misteriosos y desconocidos. Pero llenos de esperanza hacia un futuro de gloria.

El camino de la fe no siempre es el camino de la seguridad, la comodidad, el bienestar. Muchas veces nos sentiremos abatidos, desilusionados, sacudidos, insatisfechos, pero como cristianos debemos esperar y confiar en la ayuda de Dios. Decía René Trossero “Una fe que no entra en crisis, permanece infantil”

Fue un error lo que quiso hacer Pedro. Quiso quedarse, aislarse, evitar el sufrimiento. Hacer chozas y permanecer allí. Quiso retener aquella revelación de gloria.

Pero el camino de la fe y del seguimiento propuesto por Jesús se contrapone al deseo de Pedro. Porque  es el camino del descenso, del encuentro, del compromiso, del compartir, del transmitir esperanza y alegría. Aunque eso implique con frecuencia dolor e incomprensión.

Por eso es muy saludable detenerse para hablar con Dios. Para agradecer. Para confesar nuestras flaquezas, incoherencias, omisiones. Y pedirle fuerzas, orientación, sabiduría para saber lo que debemos hacer!

Tal vez no cambie nuestro rostro, ni brille nuestra ropa. Pero podremos experimentar esa transformación interna muriendo a nuestros propios intereses, proyectos, planes, esquemas y aceptar lo nuevo y desconocido que Dios nos propone. (Ver la letra del himno “Embajadores” de Federico Pagura)

Debemos tener cuidado con los entusiasmos repentinos y momentáneos. Esos que duran un instante y que queremos eternizar, pero que están lejos de la realidad. Los discípulos estaban como cegados por la luz y eso le impedía ver la realidad y aceptar que el camino a la gloria debe pasar por la cruz.

Podemos comparar entonces la Transfiguración con esos momentos luminosos y gozosos que encontramos muchas veces en el camino de la fe. Experiencias fugaces en medio de la fatiga de todo cristiano como anticipo de lo que vendrá. Encuentros, retiros, talleres, campamentos, celebraciones, conciertos, Cada uno podrá traer a la memoria alguno de esos momentos que desearíamos (egoístamente) que nunca terminen.

El encuentro con Dios por medio de la oración o en alguna de esas vivencias maravillosas que hemos experimentado deben servirnos para fortalecer nuestra fe, para renovar nuestra esperanza, para afianzarnos en la Palabra, y para recordar cada día que somos instrumentos de Dios al servicio de su Reino.

Si nos refugiamos en nuestras chozas, corremos el riesgo de aislarnos del mundo, que es justamente donde Dios nos llama a servir.

Que este tiempo de Cuaresma sirva para dejarnos envolver por Dios en medio de una nube y podamos prestar nuevamente atención a su voz diciendo que al único que debemos escuchar (para saber cómo actuar) es a su amado Hijo Jesucristo. Amén.



P. Stella Frizs
Basavilbaso, Entre Ríos, Argentina
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

(zurück zum Seitenanfang)