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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

13. Domingo después de la Trinidad , 15.09.2019

Dios no hace acepción de personas
Sermón sobre Lucas 15:1-32, por Jorge Weishein

Este texto me recuerda una familia migrante recién llegada que se sentía perdida en la gran ciudad y que estaba desbordante de alegría al haber encontrado una comunidad de fe que los acepte, que los reciba y que los ayude a volver a empezar a hacer su vida de nuevo.

 

El texto dice que Jesús estaba hablando con un grupo de gente y que funcionarios del templo los ve y pone en duda la autoridad de Jesús por el hecho de estar compartiendo la mesa con “pecadores”. Jesús al ver esto relata tres parábolas: la del pastor responsable, la de la viuda insistente y la del padre amoroso.

 

La oveja no se pierde sola, la oveja queda atrapada, o se lastima, y no puede seguir al rebaño, por eso el pastor tiene que buscarla para encontrarla y la trae sobre sus hombros. La oveja está al cuidado de un pastor asalariado a cargo del cuidado del rebaño. Si la oveja se le pierde tiene un costo alto para su sustento y el de su familia. Cualquiera que haya trabajado por día y por cantidad de producción sabe lo que significa que se le pierda una parte de su trabajo y la alegría enorme que produce volver a encontrarlo porque puede significar no solo perder el día de trabajo sino mucho más. 

 

La parábola rescata la actitud del pastor que reconoce su error y asume su responsabilidad y que celebra con su familia y sus amigos porque se dio cuenta a tiempo y lo pudo resolver, de lo contrario no hubiera tenido ni para comer. La parábola pone en cuestión la responsabilidad de los propios fariseos y escribas como “pastores” y autoridades del templo quienes en vez de ir al encuentro de las ovejas las abandonan y las condenan sin hacerse cargo de sus tareas. Jesús está hablando con mucha gente, ellos son los 99 que ya han cambiado su forma de vivir (metanoia), y se dirige a los que necesitan conversión que son los pastores que se creen justos y por los cuales habría fiesta en el cielo si se convierten porque dejarían de ser un obstáculo para acercarse a Dios. Jesús los está invitando a sumarse y compartir la charla y la mesa. Ellos mismos conocen a los pastores que están escuchando a Jesús porque los funcionarios del templo solían tener rebaños de ovejas que vendían al templo para los sacrificios. Las ovejas lastimadas no eran aptas para los sacrificios, pero si se perdían las pagaba el pastor. El pastor vuelve a su casa e invita a vecinos y amigos. No menciona a su familia, por lo que puede presumirse que estamos en el caso de un huérfano que trabaja para los fariseos cuidando ovejas cuando debiera ser asistido por el templo conforme la ley. 

 

No puedo dejar de pensar en cuánta gente lastimada está alejada de la iglesia y las autoridades pretenden enviar al pastor a buscar a las ovejas perdidas sin hacer la más mínima autocrítica. Esta parábola es una gran enseñanza, no son precisamente las ovejas perdidas las que necesitan arrepentirse sino quienes deben cuidar de ellas y no lo hacen o no lo quieren hacer porque les resulta humillante ponerse a su servicio porque confunden autoridad con poder, y en vez de ganarse el respeto de la gente quieren imponerle sus condiciones, las que encima ni ellos mismos pueden cumplir. 

 

En el caso de la moneda es aún más evidente que la moneda es perdida por la mujer y que esa pérdida compromete su sustento. La mujer todo lo que tiene son 10 dracmas, y un dracma es el sustento de un día. la mujer está sola en la casa y administra su dinero, vive en una casa de piso de piedra sin mucha luz y necesita encender la luz para ver y barrer para encontrarla. El dracma es la moneda de curso comercial del imperio, lo cual implica que la mujer debe mantenerse comerciando en el mercado. Lo más probable es que esta mujer sea viuda, y esto explicaría aún más su tenacidad en buscar la moneda y la enorme alegría posterior con la que celebra con sus amigas, tampoco aparece su familia.  Otra vez Jesús está

cuestionando la idoneidad de los fariseos quienes escudados detrás de su piedad y su pureza sólo protegen su dinero y no desatienden su trabajo. Jesús trae a colación la historia de la viuda recordando una tarea fundamental del templo en ese tiempo que es la atención de todas las personas necesitadas sin capacidad de sostenerse por si mismas, las viudas y huérfanos.  

 

No puedo dejar de tener presente esta actitud punitiva y castigadora hacia las personas solas y necesitadas que además de tener que rebuscarselas para poder vivir deben soportar el oprobio de ser juzgadas por su condición, cuando están en todo su derecho de ser asistidas por quienes tienen esta responsabilidad. En tiempos bíblicos el templo es responsable por las personas necesitadas del pueblo, de hecho el diezmo debe destinarse para la diaconía, además de ayudar al sostén de los sacerdotes y sus familias. Cuán difícil resulta tantas veces la administración de los recursos en la iglesia para que el costo de las decisiones y elecciones no lo terminen pagando las obras diacónicas.

 

La parábola del padre amoroso pone en cuestión la aceptación de su hijo extranjero que vuelve a su tierra luego de haberlo perdido todo y haberse quedado en la ruina. El padre acepta distribuir la herencia en vida y que el hijo menor se vaya de la casa cuando era su resguardo en la vejez y lo recibe con una alegría inmensa aún cuando le generó un enorme prejuicio. Jesús cuestiona el racismo de los fariseos que se amparan en la ley para no atender a los migrantes ni favorecer si inserción laboral ya que vuelven a su tierra sin contar con ninguna ayuda del templo para poder sostenerse. Jesús también cuestiona la realidad social y política y económica que expulsa a los jóvenes a buscar nuevos horizontes mientras los fariseos y escribas son sostenidos por el templo y defienden al imperio. El padre permite que su hijo se vaya y lo pierde todo, el padre comparte la responsabilidad con su hijo. el padre pudo haberse negado, pero no lo hizo. Jesús dice literalmente que el hijo se fue al extranjero y perdió sus bienes viviendo sin encontrar cómo salvarse, o sin ver cómo salir adelante y progresar. Cuando gastó todo lo que tenía empezó a trabajar como peón y la pasó tan mal que prefirió volver a su casa y ser empleado de su padre que seguir pasando hambre. El padre asume su responsabilidad y su hijo reconoce que fue un error, y es por ello que lo recibe con tanta alegría y hace una fiesta porque en esa situación en el extranjero realmente sus chances de sobrevivir eran pocas. Jesús condena la complicidad de los funcionarios del templo con la realidad social que impone el imperio y deja en evidencia las injusticias por las que pasa el pueblo y tampoco asumen su responsabilidad, sino que aún los injurian prejuzgando.que malgastaron los bienes en prostitutas. Jesús pone a los fariseos como hermanos mayores de sus hermanos extranjeros más humildes a los cuales no reconocen como hermanos y por los cuales incluso reclaman al padre por ser tan misericordioso. 

 

Jesús responde a la murmuración de los funcionarios del templo con el corazón de la torá, el sentido más preciado de su mensaje, proteger a los pobres. desvalidos y excluidos para que haya gloria en los cielos. 

 

No puedo dejar de tener presente tantos casos en los que somos tan concesivos con los gobernantes y las autoridades pero al mismo tiempo tan duros y exigentes con los más humildes de nuestros propios hermanos. Nadie es pobre porque quiere ni elige ser pobre, ni caer fuera del sistema ni tener que trabajar por dos mangos para poder sobrevivir. Jesús elige hablar con ellos y sentarse a comer con ellos y compartir su camino con ellos. Jesús recuerda que según la ley de Moisés ellos están al mismo nivel que las viudas, los huérfanos y los extranjeros (Dt 10) y que la desigualdad en el pueblo es producto de la apostasía, la discriminación y el olvido de su propia historia como pueblo.

 

Dios nos regale la responsabilidad del pastor que vuelve por la oveja perdida, la tenacidad de la viuda que busca su moneda y la misericordia de ese padre amoroso que reconoce a su hijo a la distancia aunque su hermano no pueda verlo. Dios nos bendiga, amén.



Pr. Jorge Weishein
Buenos Aires, Argentina
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