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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

13. Domingo después de la Trinidad , 15.09.2019

Discípulos capaces de seguir a Cristo
Sermón sobre Lucas 24:25-35, por Jorge Weishein

El texto bíblico de hoy me recuerda 3 refranes. El que quiere celeste, que le cueste. El que avisa, no es traidor. El que quiera durazno que se banque la pelusa. ¿Por qué? La cuestión central del texto del evangelio es lo que cuesta seguir a Cristo.

 

En este sentido pensé que el evangelio de hoy pone en cuestión la base de nuestra pertenencia a la iglesia porque en el texto de hoy Jesús plantea a sus seguidores cuáles son las condiciones básicas para estar con él. Esto me lleva a la reflexión sobre qué es lo que a mí me mantiene relacionado con la iglesia y siendo parte de la iglesia. Creo que en este tiempo este es el centro del mensaje para reflexionar juntos hoy.

 

Generalmente cuando nos preguntan de que iglesia somos hablamos de historia, de la historia de otros que construyeron la iglesia. Es decir, nosotros venimos a la iglesia por esos otros y gracias a esos otros. Es verdad. ¿Pero es toda la verdad? ¿Que nos motiva a nosotros a ser parte de esta iglesia? 

 

Esta iglesia para mí siempre fue un desafío. Yo en esta iglesia siempre vi y escuché cosas que en otras iglesias no se veían ni se escuchaban. En esta iglesia había mujeres pastoras, pastores divorciados, miembros dirigiendo la iglesia, laicos predicando y administrando la santa cena, jóvenes haciendo la catequesis, los temas que tratamos en los grupos de jóvenes siempre eran temas actuales, niños preparando y participando de los cultos, pastores que te visitaban en tu casa. Escuche cosas maravillosas a favor de la justicia, la igualdad, la solidaridad en diferentes situaciones sociales y políticas.  Honestamente si tengo que decir la primera razón es que fue simplemente curiosidad y esa adrenalina de aprender siempre alguna cosa nueva. No puedo decir que fue la teología lo que me convenció, (o no solo) sino su humanidad. No se cómo es la historia de ustedes pero les cuento lo que me pasó a mí.

 

Yo en La Teología, entré después. La verdad que en algún momento se me pasó la curiosidad y hasta me sentí perdido por el nivel de análisis, la profundidad de las investigaciones y el nivel de exigencia de lecturas, de los exámenes, pero al mismo tiempo la realidad siempre atravesada. Yo hice casi todos mis años de práctica en Casa San Pablo en el asentamiento de San Ambrosio y en los años 90. Un esfuerzo enorme y un nivel de desafíos personales y laborales increíbles.

 

Así podría seguir años después con experiencias tremendas como pastor con familias en el campo y en la ciudad, con culturas y valores todos diferentes. Un aprendizaje enorme y por el cual estoy agradecido a Dios y a la iglesia toda. He tenido momentos en los que he querido dejar todo, de hecho interrumpí mis estudios un año y después retomé, ahora pedí licencia como pastor y me formé como trabajador social… ahora me centré más en la diaconía. Todo esto sin entrar en cuestiones familiares que me han puesto a prueba y al límite de sentir que ya no podía más, y más de una vez. 

 

¿Por qué a pesar de todo esto aún sigo en esta iglesia? ¿Es por esa forma tan liberadora de leer la Biblia? ¿Es porque me crié en la iglesia desde chiquito? Yo creo que todo eso ayuda

y son instrumentos importantes. Quizá sea por todas estas cosas pero también porque siempre encontré el valor, las fuerzas, la capacidad, la decisión para seguir siendo parte y lo pude sostener. 

 

Esto fue lo que me movilizó tanto cuando leí el texto del evangelio de hoy. Jesús ve que lo sigue muchísima gente pero él antes de seguir caminando les avisa: "Ojo, esto les podrá parecer todo muy lindo pero cuando haya que poner el cuerpo, ¿ustedes van a poder? ¿están seguros que son capaces de hacer esto?" 

 

En el evangelio mismo hay ejemplos de gente que no pudo: el joven rico, no pudo poner sus riquezas en segundo lugar, su capital insumía todas sus preocupaciones. El caso más duro quizá sea el del propio apóstol Pedro y qué decir de Judas. ¿Se acuerdan de Nicodemo que lo fue a ver de noche y a solas para evitar pasar vergüenza y comentarios? Sin embargo, la gente se maravillaba de Jesús porque hacía y decía cosas que otros religiosos de su tiempo (fariseos y escribas) no hacían. ¿Que eran esas cosas? Defiende gente indefendible y se mete en temas muy discutidos en su tiempo. Jesús toca gente enferma, habla a solas con mujeres en la vía pública, las defiende de los esposos que las abandonaron sin hacerse cargo, defiende la igualdad de varones y mujeres, defiende al templo de los negociados y la intromisión del imperio, y plantea separar los tantos entre la religión y el imperio aunque los fieles deban cumplir con sus responsabilidades con ambas cosas, Jesús pone a los niños como ejemplo para los grandes, y entiende que la salud es un derecho para todas las personas por igual. Jesús no toma partido por fariseos o escribas, romanos o galileos, judíos o extranjeros, varones o mujeres, chicos o grandes. Jesús entiende que tanto la Torá como el reino de Dios son para todas las personas por igual.

 

Esto suena todo muy lindo, ¿pero cuál es el problema? ¿Todos queremos que todo sea para todos? Los fariseos tenían sus requisitos, los varones tenían los suyos, los romanos tenían los suyos, cada grupo quería imponer sus requisitos sobre el otro. Es fácil hablar de una iglesia abierta para todos. Una cosa muy distinta es ser capaces de ser abiertos a todas las personas por igual. Hoy en día la iglesia está atravesada por dos grandes discusiones: El cuidado de la creación de todos y el cuidado del cuerpo de todas las personas por igual. La creación es de todos y para todos y estamos destruyendo la naturaleza así que no solo no sabemos de qué van a vivir nuestros hijos y nuestros nietos sino que además nos estamos enfermando por los agroquímicos que usamos. En algunos lugares de nuestra iglesia es muy difícil predicar sobre esto porque la gente se ofende y reacciona muy mal. En cuanto al cuidado del cuerpo y la calidad de vida de las personas la iglesia siempre planteó que la salud y la educación es un asunto del estado, pero la iglesia interviene y colabora con esta diaconía mientras que esa salud y esa educación sean insuficientes y se necesite más escuelas y más trabajo para mejorar la salud de las personas. La iglesia hace este trabajo cumpliendo con la ley pero no todas las personas están de acuerdo en que todas las personas reciban la misma educación y la misma salud. ¿Por qué? No todos aceptan a otras personas con diferencias sociales, políticas, sexuales, culturales ni tampoco los avances científicos que estamos viviendo. En muchas comunidades de la iglesia se ha vuelto muy difícil hablar de pobreza, de políticas públicas, de sexualidad porque mucha gente reacciona mal. 

 

La cuestión es que si el evangelio es para todos, la creación también, y si el evangelio es para todos, (la salud y) la salvación también. Entonces, ¿qué hacemos con el evangelio? ¿O acaso debemos ir al encuentro del llamado de atención de Jesús? Jesús le pide a sus seguidores que por favor lo piensen bien antes de seguirlo porque si el reino de Dios no es para todos la iglesia no tiene sentido y si la iglesia no puede predicar toda la Biblia para todas las personas por igual entonces la Biblia tampoco tiene sentido. La igualdad y la justicia son palabras que exigen mucho amor, mucha capacidad de cuidado, mucha fuerza de voluntad y mucho valor humano porque la mayoría de la gente prefiere aggiornarse a la desigualdad y la división, esto que la Biblia llama pecado, la vida del mundo porque parece más cómodo y más seguro, cuando no es más que vanidad e injusticia. 

 

Jesús pone a Dios por encima de todo y de todos y manda a predicar, enseñar y bautizar a todas las personas por igual, en esta búsqueda de conservar la coherencia entre nuestra condición y nuestra fe (la carne y el espíritu, como le llama Pablo) nos encontramos siempre de nuevo frente a nuevos desafíos para seguir creciendo juntos como comunidad de fe. Dios quiera capacitarnos a través su espíritu santo con suficiente amor y valor, ahora y siempre, Amén.



Pr. Jorge Weishein
Buenos Aires, Argentina
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