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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

5º Domingo después de Epifanía, 09.02.2020

El desafío de ser Sal y Luz
Sermón sobre Mateo 5:13-16, por Stella Maris Frizs

Querida comunidad

Nuestro texto está inserto en lo que se conoce como Sermón del Monte (o de la Montaña), a continuación de las bienaventuranzas.

Ser sal o ser luz es una consecuencia de vivir esas enseñanzas de Jesús. “Ustedes son” es un indicativo de que todo cristiano debe reflejar con su vida el amor de Dios hacia toda la humanidad.

No es casualidad que Jesús elija estos dos elementos de la naturaleza para señalar cuál es nuestra función como cristianos en el mundo, ya que ambas (sal y luz) contienen propiedades que son sumamente indispensables para la vida. Ambas son necesarias y útiles, no para sí mismas, sino para los demás.

 

.Veamos primero la función de la sal. ¿Para qué sirve? ¿Y cuál es el valor dado, especialmente en la antigüedad?

Ella tiene múltiples propósitos:

a.La sal es un conservante que impide la corrupción. Puesto que en tiempos de Jesús no había freezer o heladera, la sal cumplía la función de preservar la descomposición, especialmente de la carne y el pescado. De allí surge el “charque” y el “bacalao”.

b.La sal era y es un sazonador para la comida. Una comida sin sal no tiene sabor. Es insípida, desabrida. O sea, es un buen condimento.

c.La sal también está relacionada a nuestra manera de hablar. Dice Colosenses 4:6 “Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo responder a cada persona”

d.Además la sal tenía connotaciones cúlticas y sacrificiales. Todo sacrificio debía ser salado como señal de permanencia de la alianza. Levítico 2:13 dice: “A todas tus ofrendas de cereales debes ponerle sal y no permitas que en tu ofrenda de cereales falte la sal de la alianza de tu Dios.”

e.Impide la deshidratación. Sin sal las células no funcionan, no se reproducen, porque la sal regula la hidratación de la célula.

f.También era utilizada para cauterizar heridas y evitar las infecciones.

g.Disuelta en agua servía para esterilizar los campos y las ciudades arrasadas.

h.Servía también para recubrir las paredes de los hornos domésticos ya que aumentaba el poder calorífico de la leña.

 

¿Puede acaso la sal dejar de ser salada? ¿O puede acaso perder su efecto y volverse inútil? Claro que sí!

Justamente el recubrimiento de los hornos con sal para mantener el calor, duraba diez años. Después de ese tiempo la sal perdía su potencia calorífica y ya no cumplía con su finalidad. Entonces se la tiraba a la calle, donde mezclada con la tierra, era pisada por la gente.

 

Veamos ahora las funciones de la luz. ¿Cuál es su utilidad? ¿Su razón de ser?

a.La luz ilumina, transmite claridad, permite ver, resplandece. En las oscuras casas de Palestina se usaban lámparas durante todo el día. Las lámparas eran recipientes con aceite donde flotaba una mecha.

b.La luz da calor. Un hogar encendido, un fogón, el sol que abriga por medio de sus rayos…todo contribuye para sentirnos cobijados.

c.La luz da vida. Sin la luz del sol nada crecería. Es necesario para la fotosíntesis de las plantas.

d.La luz sirve de advertencia ante un peligro. Especialmente en la ruta ante un accidente, un desvío.

e.La luz sirve de guía. Por ejemplo las boyas en el río o simplemente una linterna para iluminar el camino.

 

¿Puede acaso la luz dejar de cumplir con su función? Claro que sí.

Si las luminarias en una ruta están apagadas, no cumplen con su finalidad.

O cuando las familias se ausentaban de sus precarias casas de Palestina por algunas horas, cubrían la lámpara con una vasija por razones de seguridad.

Por eso Jesús dice: “No se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón”

 

Ahora bien. Jesús de manera categórica nos dice: “Ustedes son”. No dice “sería bueno que fueran” o tal vez “podrían llegar a ser”.

¿Qué habrá querido decir Jesús con este mandato?

Simplemente está delimitando, especificando el rol que tiene cada cristiano en este mundo/tierra.

Más que un cumplido, nos está marcando cuán necesario y al mismo tiempo cuán difícil es la tarea que debemos realizar. No se nos pide que seamos espectadores, sino actores en medio de una sociedad donde reina la oscuridad y donde la vida parece bastante insulsa.

 

Jesús nos llama a sazonar las relaciones humanas para que no falte la alegría, la confianza, la tolerancia. A preservar la sociedad, la comunidad para que no se corrompa con actitudes soberbias, egoístas, poco solidarias. A evitar o impedir que se naturalicen comentarios vulgares, absurdos y hasta ofensivos.

Somos llamados a ser esa sal que sabe a fidelidad, a verdad, a justicia y paz. Que se mete en la vida para alcanzar a las personas con los sabores del evangelio, el testimonio y el servicio.

Jesús les dijo a sus discípulos que debían tener sal en sí mismos: “La sal es buena, pero si deja de estar salada ¿cómo podrán ustedes hacerla útil otra vez? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros” (Marcos 9:50)

 

Jesús nos llama a ser luz. Pero primero debemos alimentarnos de la fuente de la luz para poder irradiar en su justa medida e intensidad. Sin ocultar por miedo, pero tampoco encandilar.

Jesús nos compara con una luz de la que emana calidez, comunicación, afecto. Estamos llamados a iluminar con nuestra propia vida la vida de los demás.

Dice en Efesios 5:8-9 “Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. Pórtense como quienes pertenecen a la luz, pues la luz produce toda una clase de bondad, rectitud y verdad.”

 

Hay una historia muy ilustrativa en el libro “Ilumina tu vida” de José Bernardone:

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:

-¿Qué haces Guno, tú, ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves..

Entonces el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí…

 

¡Qué hermoso sería si todos ilumináramos el camino de los demás!

 

Qué bueno sería si los que conocen poco o nada del amor de Dios pueden acercarse a él por lo que ven en nosotros. Nuestro estilo de vida, nuestras actitudes, nuestra manera de relacionarnos, de comportarnos.

Como cristianos no podemos ocultarnos ni escondernos, sino debemos ser como una ciudad situada en lo alto de un cerro.

 

El gran desafío en este día es hacer el bien, consumirnos como las velas que, a cambio de dar luz, se van gastando. Será una buena razón para que todos alaben a nuestro Padre que está en el cielo.

 

Señor, déjanos ser esa sal de la tierra capaz de sazonar, de preservar y de purificar la vida de nuestros semejantes.

Déjanos alumbrar con la luz que viene de ti para poder iluminar, orientar y brindar calidez a quienes que nos rodean. Amén.



P. Stella Maris Frizs
Basavilbaso – Entre Ríos
E-Mail: stellafrizs@hotmail.com

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