10° Domingo después de Pentecostés

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10° Domingo después de Pentecostés

10° Domingo después de Pentecostés – 9.8.2020 | I Reyes 19,9-18 | Stella Maris Frizs |

La situación de Elías es dramática. Está cansado, abatido, frustrado.

Por defender la voluntad de Dios y la fe verdadera deja en ridículo a los profetas de Baal y se opone a toda idolatría y falsedad.

El exterminio de quienes arrastraban al pueblo de Dios a la infidelidad y al paganismo, hace que Jezabel comience con una feroz persecución y amenace con poner fin a la vida de Elías. Esto lo lleva a una profunda depresión.

Así, acabada la tranquilidad y la paz para Elías, decide huir por el desierto, donde lo único que desea es que Dios le quite la vida.

Pero Dios no lo abandona. A través de un ángel le provee alimento y bebida lo cual le dará fuerzas para un largo viaje de cuarenta días y cuarenta noches.

Así llega Elías al Horeb, el monte de Dios. El monte donde el Señor se había revelado a Moisés y donde había establecido una alianza con Israel.

Y se refugia en una cueva para descansar.

Pero Dios, que lo tenía en la mira, lo interpela: ¿Qué haces ahí, Elías?

Y el profeta aprovecha la oportunidad para mostrar toda su frustración y su decepción porque los hijos de Israel se han alejado de Dios y se han ido tras otros dioses; le manifiesta su miedo porque todos los profetas han muerto, menos él y quien sabe por cuánto tiempo seguirá con vida.

Y Dios actúa nuevamente. Pero no como en el caso de Moisés donde Dios mismo lo pone en el hueco de una roca y lo protege con su mano hasta que haya pasado (Ex 33,21-22).

A Elías le dice que salga afuera y se ponga de pie ante Dios en la montaña.

¿Para qué quería Dios que salga? La verdad es que la cueva le daba seguridad y tranquilidad.

Dios se revelaría de una manera extraordinaria y Elías sería testigo de la manera en que Dios se manifiesta.

  • Un viento intenso, ensordecedor, como un huracán, capaz de despedazar montañas se hace presente. Después de esa fuerza irresistible, de ese ímpetu incontrolable, viene la calma, el silencio….y Elías concluye que Dios no estaba ahí.
  • Un temblor que va en aumento de manera estrepitosa, un terremoto que parte las rocas, que trae pánico, que altera, que hace perder el equilibrio y da la sensación de hundimiento. Es lo que vive Elías. Pero tampoco ahí estaba Dios.
  • Y ahora, de la nada, aparece el fuego que devora, que consume. Una luz que enceguece, llamas incontrolables que paralizan, atemorizan, más tampoco allí se evidenciaba la presencia de Dios.
  • Ahora todo es silencio. El viento se calmó, el terremoto pasó, el fuego desapareció y Elías comienza a percibir algo indescriptible. Un sonido tenue, agradable, que le trae sosiego y tranquilidad.

Quizás Elías sintió lo que más tarde sentirían los discípulos cuando estaban al borde del naufragio y Jesús increpó al viento y a las olas dando una orden y todo quedó calmo y quieto. (Lc 8,24)

Las tres primeras manifestaciones representan el furor incontrolable de la naturaleza. El sonido apacible y delicado expresa la presencia de Dios.

No. El Señor no está en las cosas visibles y aparentemente poderosas. Dios no está en lo grandioso y espectacular. A Dios lo podemos encontrar en la suave brisa del silencio, en la caricia de sentirnos amados, respetados y valorados por Él.

Es verdad que muchas veces sentimos como si Dios descargara su furia contra nosotros. Es verdad que con frecuencia nos sentimos como Elías: desmotivados, desanimados. Las cosas no salen como queremos, se pierde el empleo, el amor se termina, las esperanzas se frustran, los anhelos de paz y justicia se desvanecen.

El cansancio, la soledad, la impotencia y el no saber cómo salir de alguna situación, hace que algunos pierdan hasta sus ganas de vivir.

Dios estaba ahí, en ese sonido suave y delicado. En ese susurro dulce y apacible. Al menos Elías se cubre la cara con su capa. Y Dios vuelve a preguntarle:

¿Qué haces ahí, Elías? Y otra vez la respuesta es de lamento, celos, abandono, infidelidad, muerte…

Pero Dios no lo reprende. Al contrario, lo empodera: “Regresa”, le dice, “consagra como rey a Hazael, a Jehú y a Eliseo como profeta.”

Es como si Dios le dijera: Es necesario comenzar de nuevo. Dios le comunica que no está solo, que hay un remanente de 7000 personas en Israel que no han doblado sus rodillas ante Baal, que no se entregaron a la idolatría, sino que se mantuvieron fieles al Dios verdadero. Es hora de buscar aliados y compañeros para realizar la tarea.

Por eso regresa transformado, confiado y esperanzado.

Hoy, el Señor nos hace la misma pegunta que a Elías: “¿Qué haces ahí?”

¿Qué haces ahí, en tu vida social, en tu vida privada, en tu trabajo?

¿Qué haces ahí, en tu vida familiar, en tu vida espiritual?

¿Qué haces ahí, en tu iglesia, en tu comunidad, en tu entorno?

Quizás encontremos buenos justificativos: los compromisos, las obligaciones, el trabajo, la familia, la falta de tiempo….tal vez más adelante….

Las críticas, la falta de compromiso, el desánimo generalizado, el desinterés, la soledad, a nadie le importa…

Dios puede levantarnos. Dios puede transformar nuestras angustias y preocupaciones. Dios puede reconstruirnos y lograr que nuestra vida tenga sentido. Dios puede sacarnos de nuestras “cuevas” donde muchas veces nos recluimos para protegernos. Dios puede quitar nuestros miedos y esa sensación de que nada lograremos.

Dios puede susurrarnos al oído cuán valiosos somos y cuánto nos ama.

No permitamos que este mundo saturado de ruidos insoportables no nos deje escuchar el sonido apacible y delicado de la voz de Dios. Podemos decidir qué sonidos escuchar. Podemos controlar qué clases de programas ver, qué música sintonizar, qué páginas en las redes sociales aprovechar…

Señor: tú siempre nos hablas. Agudiza nuestros sentidos y nuestros oídos para percibir tu suave voz. Déjanos ser barro en tus manos de alfarero y transfórmanos. Danos la perseverancia de Elías en la larga caminada de la vida y que siempre te podamos encontrar, aún en lo imperceptible de tu presencia. Amén.

P. Stella Maris Frizs

Basavilbaso –Entre Ríos

Argentina

stellafrizs@hotmail.com

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