6° domingo después de Pentecostés

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6° domingo después de Pentecostés

6° domingo después de Pentecostés – 12.7.2020 | Mateo 13:1-9 | Pastora Stella Maris Frizs |

Para quienes hemos nacido y crecido en el campo, el relato de Jesús nos resulta muy familiar.

Jesús, en esta ocasión – como maestro – toma un ejemplo de la vida agraria/rural para dejar una enseñanza.

Es cierto que los métodos de siembra han cambiado radicalmente; pero todo agricultor sabe que, a pesar de todo, gran parte de las semillas se perderán.

Quizás hoy, con todo el avance científico y tecnológico con sus sofisticadas maquinarias, el uso de plaguicidas y fertilizantes, pueden ayudar a un mejor resultado.

Pero la naturaleza, el clima, es algo que no podemos manejar. Así, una gran sequía, una helada a destiempo, una granizada o el exceso de lluvia, puede arruinar una buena cosecha.

(Esto nos muestra de entrada, que hay circunstancias en la vida, que no podemos controlar).

Pero aun así, todo agricultor vuelve a intentar, vuelve a arriesgar, vuelve a invertir. Confiado, esperanzado, como el pescador que vuelve a lanzar su caña de pescar o su red una y otra vez.

 

En una primera lectura del evangelio, podríamos rápidamente juzgar al sembrador como despreocupado o poco responsable que no cuida, ni controla, ni verifica que el terreno esté lo suficientemente apto para recibir la semilla.

Pero si conocemos el método de siembra de aquella época en Palestina, podremos comprender mejor.

A diferencia de hoy, primero se sembraba sobre el barbecho, luego se araba. O sea, la semilla era sepultada junto al rastrojo que ayudaba a fertilizar la tierra. La semilla era lanzada con la mano de manera indiscriminada, generosa. Eso significa que caía en todo terreno, lo cual permitía tranquilamente que sucediera lo que cuenta Jesús respecto de los pájaros, los espinos y las piedras.

 

¿Por qué cuenta Jesús esta parábola y para quién?

Parece estar dirigida a la multitud que se había reunido para escucharlo, pero también a los discípulos que, si bien no son nombrados, deben haber estado allí como testigos de sus enseñanzas y acciones.

Es probable que los discípulos se sintieran un tanto frustrados y decepcionados. Jesús tenía muchos seguidores; aunque también muchos opositores. Había incomprensión, incluso entre su propia gente.

Muchos se acercaban a Jesús por conveniencia, buscando una solución a sus problemas, pero después desaparecían.

Podríamos hablar de oportunistas y ventajeros que se beneficiaban de Jesús y sus poderes, pero pocos dejaban todo para seguirlo.

Entonces, ¿valía la pena el trabajo? ¿Qué pasará en el futuro? ¿Crecerá ese pequeño movimiento que con Jesús había comenzado? ¿Seguirá la resistencia? ¿Y el Reino?

De allí que Jesús les cuenta esta parábola para alentarlos, para mostrarles que, a pesar de todos los fracasos e incertidumbres, la cosecha es segura. Y el rendimiento es fantástico porque supera toda expectativa.

Que la Palabra, al igual que la semilla, se puede perder, pero eso no impedirá que se siga difundiendo, esparciendo, sembrando.

Y que no todo depende de ellos. Lo importante es la certeza de que vale la pena porque hay “alguien” que tiene propósitos y planes que nosotros desconocemos.

 

Hoy, nosotros, cristianos y cristianas del siglo XXI, somos los continuadores de esta tarea. En términos de Jesús “la cosecha sigue siendo mucha y los trabadores pocos”.

Debemos ser los multiplicadores de esa Palabra, que es tan eficaz como la semilla que germina y se transforma finalmente en pan (Is 55,10-11)

Es cierto que muchas veces estamos cansados, agobiados, superados; incluso decepcionados. Es cierto que, con frecuencia, encontramos terrenos infértiles, poco receptivos o propicios…

 

Es cierto porque el mal y la maldad están en el mundo desde siempre. Desde aquella primera desobediencia, desde aquel primer gesto de soberbia, los celos, el mal uso de la libertad, el egoísmo, la injusticia, la idolatría…

 

Sembrar hoy cuando hay tanto descreimiento, desinterés por lo espiritual, prejuicios, falta de respeto…, es una tarea difícil.

Sembrar hoy, cuando no hay profundidad, cuando da lo mismo congregarnos aquí o allá, cuando cada vez queremos menos compromiso y responsabilidad…no es una tarea simple.

Sembrar hoy, cuando hay tantas ofertas, distracciones, intereses, ambiciones, y obligaciones sociales, cuando el tiempo se acorta y el cansancio se agranda…se dificulta la tarea.

 

Sin embargo, Jesús nos muestra frente a nuestro desánimo o pesimismo, un final fabuloso. Una cosecha que supera lo imaginado.

Jesús nos vuelve a decir: el Reino ya está entre ustedes y de ustedes depende su crecimiento.

No claudiquen, no bajen los brazos, no se dejen vencer por los “aparentes” fracasos. La Palabra tiene poder y vida.

Y Dios activa su Palabra donde menos sospechamos y donde menos imaginamos.

La palabra crea, transforma, sana, libera, restaura, perdona, consuela, anima, invita… Ella fructifica cuando el espíritu obra sin que lo podamos controlar y nos anima a sembrar semillas de amor y de esperanza.

 

Así que, hermanos y hermanas: sigamos sembrando con paciencia y esperanza, con insistencia y perseverancia la Buena Noticia. Y encomendemos la obra en las manos de Dios porque él no permitirá que nuestro trabajo sea en vano. Amén.

 

SURCO Y SEMILLA (René Trossero)

Cuando sufras porque te ara el dolor abriendo heridas, prepárate, como la mujer que se entrega en el abrazo, porque en esas heridas, que son surcos, te sembrará la vida.

No retengas el llanto, deja que corran tus lágrimas para cicatrizar tus heridas, como la lluvia cicatriza el surco y hace que germine la semilla.

Y cuando alguien te muestra sus heridas, no luches impotente por cerrarlas, déjalas abiertas y acepta el desafío de sembrar en ellas tu semilla de amor y esperanza.

Cuando no haya más surcos en la tierra, no habrá más trigo ni cosecha, y tampoco pan sobre la mesa. Cuando no haya más dolor, ni más penas y heridas en el alma, no habrá lugar para sembrar una esperanza, ni surcos para sembrar con amor una palabra.

 

 

Pastora Stella Maris Frizs

Basavilbaso – Entre Ríos

stellafrizs@hotmail.com

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