¡Hosanna!

¡Hosanna!

¡Hosanna! Jesús nos salva | 28.3.21 |  Marcos 1:1-11 | Estela Andersen | 

 

Reciban ustedes bendiciones y paz de parte de Dios, El que era, es y ha de venir. Amén.

 

El texto de hoy, Domingo de Ramos se encuentra en el evangelio de Marcos 1:1-11:

 

“Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: „¿Por qué hacéis eso?“, decid: „El Señor lo necesita, y que lo devolverá en seguida“.» Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?» Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron. Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania.” Amén.

 

Hay una canción del Cancionero Abierto, del ISEDET, llamada “Hosanna”, que dice en los estribillos:

“Hoy todos gritan ‘Hosanna’ ¿qué gritarán mañana?”

Si bien en las estrofas presenta toda la fiesta de aquel día, en donde Jesús entra a Jerusalén sobre un burro y es ovacionado por la multitud, el estribillo pone sobre el tapete un tema clave: esa fiesta en un par de días se transformará en otra cosa.

 

La realidad es que hay que reconocer que este relato que narra como Jesús entra a Jerusalén y de qué manera la gente lo recibe es raro… pero aparece en los tres evangelios sinópticos.

Pero ¿por qué digo que es raro?

Por un lado, por las indicaciones precisas que Jesús hace a sus discípulos, con muchos detalles, incluso con aclaraciones de qué hacer si alguien les pregunta por lo que están haciendo.

Por el otro, porque ocurre todo tal cual lo dicho por Jesús.

Y finalmente, por la reacción de la gente ¿será que no había personas que entraban a Jerusalén montando un burro? ¿por qué la gente reaccionó de esa forma tan efusiva y entusiasta?

Siempre repetimos que era para que se cumpliera lo que estaba escrito, porque de hecho, el acontecimiento nos remite a varios textos del Antiguo Testamento. De todas maneras, la pregunta cabe ¿qué quiso demostrar Jesús con esa situación?

 

Si observamos el texto, aparecen tres lugares que se encuentran antes de Jerusalén: Betfagé, que significa “casa de los higos” en arameo, Betania, que significa “casa del pobre o de aflicción” y el monte de los olivos, en donde se encuentra el Getsemaní, allí donde Jesús se alojaba cada vez que iba a Jerusalén. Si los leemos en retrospectiva, podemos ver algo muy interesante, que tiene que ver con el canto de la gente cuando Jesús va entrando montado sobre el burro: “Hosanna”, que significa sálvanos, o nos salva.

Jesús es prendido en el Getsemaní, mientras estaba esperando que llegara la hora. Luego experimenta el sufrimiento en la cruz, morir pobre, solo, desnudo, afligido, abandonado, que es el significado de Betania. Y finalmente, vence a la muerte y resucita al tercer día, abriendo desde ese momento la puerta a un reino de paz, bienestar, seguridad y prosperidad, que es lo que simboliza la higuera y la parra, que de alguna manera representa Betfagé, casa de higos o finca de higueras.

El evangelio de Marcos, en algo tan simple como lo es enumerar una serie de poblados para llegar a Jerusalén nos muestra el verdadero camino de ese rey que está entrando en Jerusalén, montado en un burro, un animal de carga, y mantos y ramas como alfombra.

 

No es raro que Jesús llega y observa todo, como quien inspecciona, porque la misma gente que ahora lo ovaciona, en un par de días pedirá que lo crucifiquen, con la misma pasión, con el mismo entusiasmo con que ahora gritan “Hosanna”.

No es raro que monte un pollino, que es un animal joven, un asno sin domar, que nunca fue montado. Porque el reino que está comenzando con Jesús como rey, es nuevo, y él tiene el dominio.

No es raro que la gente extienda sus mantos, sus vestidos, porque quien sigue a Cristo sólo lo puede hacer si se entrega, si se ofrece a sí mismo como ofrenda viva, si lleva una vida en el amor y el servicio.

 

Antes de ser entregado Jesús quería entrar de esa manera, triunfal a Jerusalén ¿pero por qué? ¿él necesitaba de esa ovación, de esa arenga?

Les invito a contar cuántas personas intervienen para que se pueda concretar el acontecimiento: dos de sus discípulos, algunos que estaban en el lugar en donde buscaron el pollino y muchas personas que extendieron sus mantos y otras, follaje cortado de los campos. Son muchas las personas que intervienen, aunque no sepamos la cantidad exacta. Esto quiere decir que ese reino del cual Jesús es rey, necesita de muchas personas activas, involucradas, que lo reconozcan como salvador, clamen por él y lo celebren. Esa multitud somos nosotros, algo fluctuantes, es verdad, pero involucrados, poniendo nuestras manos, nuestros cuerpos para la construcción y el crecimiento de su reino.

 

Y Jesús ¿necesita de todo ese reconocimiento? Nosotros somos la razón por la cual vino al mundo. Él vino para nuestra salvación, y sólo tiene sentido si creemos en él, le seguimos, servimos y que a través nuestro, más personas puedan conocerlo y reconocerlo.

El reino que propone es tan simple como un hombre común montado sobre un animal de carga, de trabajo, rodeado de personas dispuestas a dar de sí para recibirlo, no en Jerusalén, sino en su corazón. Amén.

 

Querido Jesús, nunca me dejas de sorprender por tus formas de llegar a nosotros ¿quién más que tú podía organizar algo tan insólito como tu entrada triunfal en Jerusalén, como un gran rey, pero tan simple como cualquier persona de tu tiempo. Ayudanos a comprender que ése es tu reino, un reino en donde podemos encontrar paz, bienestar, seguridad y prosperidad. Te lo pedimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

 

Estela Andersen

Pastora de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

al servicio de la Congregación Evangélica Alemana General Alvear – Distrito Entre Ríos – Argentina

mail: dannevirke63@gmail.com

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