Quédate en casa

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Quédate en casa

Tercer Domingo de Pascua – 26.4.2020 | Lucas 24:13-35 | Estela Andersen |

 

Reciban ustedes bendiciones y paz de parte de Dios, El que era, es y ha de venir. Amén.

 

Yo me crie en una pequeña chacra en el sur de la provincia de Buenos Aires, dentro de la colectividad de inmigrantes dinamarqueses en Argentina. Todos los espacios en los que nos movíamos eran dentro de ese grupo de personas, en su gran mayoría, pequeños campesinos, que se encontraban desparramados entre Necochea, San Cayetano, Tres Arroyos, Tandil y Dorrego.

En aquellos tiempos las distancias eran mayores que ahora por el tiempo que se demoraba en transitarlos. Por un lado, porque los vehículos no eran tan veloces como ahora, pero también porque la gente no viajaba de la forma que lo hacemos en estos tiempos (de hecho, mis padres iban a Necochea a lo sumo una vez por semana); y finalmente, porque en mi percepción de niña pequeña, una hora era una eternidad, encerrada en un vehículo.

En esos años era normal que las visitas de extendieran por más de un día, y se quedaran pernoctando. Recuerdo la esperada frase: Ya el día se oscureció, ¿quieren quedarse a cenar y a pasar la noche acá? Ansiada, claro, cuando la visita me interesaba, que era el caso de cuando venían mis primas. Una vez aceptada la invitación, empezaba el revuelo en la casa: el armado de las camas, designar dónde iba a dormir cada uno, la preparación de la cena, que podía ser una sopa o pan con té con leche. Y después, quedaban las anécdotas, algunas incluso hasta hoy día, cuando nos juntamos en familia. Para mí todo esto era una gran aventura, que comenzaba con las palabras mágicas: “Quédense en casa”.

En el texto que nos propone el domingo de hoy, también aparecen las palabras mágicas: “quedate en casa”, esta vez en boca de discípulos de Jesús, que invitan al caminante con el que se cruzaron de regreso a Emaús. Dice el relato que esta persona se sumó a ellos cuando volvían de Jerusalén, tristes y desilusionados después de la muerte de Jesús, con dudas también por lo que habían dicho las mujeres, pero que ellos no sabían qué pensar. Ahí van hablando de los profetas y de la Ley, del Mesías esperado, de las promesas de Jesús, de tanta incertidumbre por las muchas versiones que están circulando, hasta que llega el momento de separarse… Los discípulos están llegando a su casa, y se está haciendo de noche… y ¿cómo dejar que ese compañero del camino siga adelante, caminando en medio de la oscuridad? Por eso le dicen: “Quedate con nosotros”… y se produce el milagro del amor en un pedazo de pan, como dice una canción que cantamos en nuestras comunidades. La presencia de Jesús resucitado se hace visible a los ojos de quienes comparten la mesa al bendecirla y partir el pan. En ese momento, los discípulos, hasta ahora desilusionados, descreídos, se dan cuenta que su Maestro está con ellos, que efectivamente venció a la muerte, que la Vida pudo más. Y se hace la fiesta, se celebra el encuentro, y ya no importa nada, sólo compartir la gran noticia de la Pascua.

Quedate en casa…

Palabras que repetimos hasta el cansancio en este tiempo de pandemia, pero que a la vez nos preguntamos ¿hasta cuándo? ¿sirve realmente todo esto que estamos haciendo? ¿hasta qué punto afecta a nuestras comunidades de fe que se nutren del encuentro físico, concreto?

Este año vivimos la experiencia de una Semana Santa muy particular. Cada una de las congregaciones de nuestra Iglesia buscó su forma de celebrarla, al igual que todos los cristianos y cristianas en el mundo, al igual que la comunidad Judía, con quien compartimos la Pascua. Esto exigió de nosotros toda nuestra creatividad para que las personas pudieran sentir que era un momento especial y no todo lo que no podíamos hacer, lo que nos faltaba. Así es que, en nuestra congregación resolvimos partir el pan. Un pan amasado por los niños de la Escuelita Bíblica para ese fin, un pan elaborado en casa, para que cada uno en sus casas, estemos en familia o solos, podamos compartirlo separados, pero en comunidad.

Esta experiencia fue todo un desafío, pero lo logramos. Cada familia, cada persona en su casa partiendo el pan en comunidad… lo mismo que pasó en Emaús: “quedate con nosotros”, venite a casa, no te quedes solo vagando por los caminos en la noche. La Pascua brilló con la resurrección de nuestro Señor en cada casa, y la pandemia, el aislamiento, no pudo con nosotros, no pudo con el poder de Dios. Fue la Pascua más especial que cualquiera de nosotros hayamos vivido, incluso, para algunas personas, la mejor en muchos años… ¡Dios bendice!

No sabemos cuánto nos queda por delante. Al escuchar las noticias nos vamos dando cuenta de que los plazos se retrasan, y que este tiempo en casa va a ser más largo de lo que nos imaginamos… por eso es importante que bajemos la ansiedad, la angustia, y se lo dejamos a Dios, porque en realidad, con o sin pandemia, ninguno de nosotros sabe cuánto camino tenemos por delante, cuál será nuestro día y nuestra hora… y como siempre lo hicimos, se lo dejamos a Dios.

Lo importante, por ahora, es que nos quedemos en casa, que te quedes en tu casa, que aprendamos que el amor al prójimo, esta vez, se expresa distanciándonos. Estamos aprendiendo nuevas formas de expresarnos, estamos descubriendo maneras diferentes de ser comunidad y Jesús va pasando por nuestras casas partiendo el pan con nosotros, para darnos la fuerza, como a aquellos discípulos de Emaús. Amén.

Querido Jesús, te agradecemos porque te has quedado entre nosotros desde el principio, y porque esta situación en la que nos encontramos hoy como humanidad nos permite percibirte de maneras que nunca habíamos pensado. Gracias, porque nos sostienes y nos alimentas con tu mensaje de amor y de paciencia. Ayuda a quienes te buscan y todavía no pueden verte y permite que nosotros, al igual que tus discípulos de Emaús, podamos compartir la gran noticia que Tú venciste a la muerte, que ya no tiene poder, y que la Vida es más fuerte que cualquier forma de muerte. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Estela Andersen

Pastora de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

al servicio de la Congregación Evangélica Alemana General Alvear – Distrito Entre Ríos – Argentina

mail: dannevirke63@gmail.com

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