El inexplicable amor de Dios

Home / Bibel / Neues Testament / 04) Johannes / John / El inexplicable amor de Dios
El inexplicable amor de Dios

San Juan 3, 14-21 | Stella Maris Frizs |

Nuestro texto comienza con el final de la conversación que tiene Jesús con Nicodemo, maestro importante entre los judíos.

A través de ese diálogo, el evangelista quiere mostrar la importancia de la venida de Jesús al mundo como nuestro Salvador. Y la importancia de la fe como condición para obtener la vida eterna.

El relato de la serpiente de bronce, tomada del Antiguo Testamento (Números 21,4-9) alude al comportamiento de rebeldía de un pueblo que murmura y se queja en el desierto con Dios y con Moisés. Dios decide enviar serpientes venenosas y muchos israelitas murieron. Arrepentidos de su actitud, clamaron piedad y perdón. Dios pide entonces a Moisés hacer una serpiente de bronce y colocarla sobre un asta. Cuando alguien era mordido, dirigía la mirada a la serpiente y se salvaba. (La serpiente era sólo un símbolo, un indicador  que les hacía volver la mirada a Dios)

Del mismo modo Jesús seria levantado (exaltado) en la cruz para que todo creyente pueda alzar su vista de fe, no morir y alcanzar así la vida eterna.

La iniciativa de esa maravillosa obra de salvación nace del amor de Dios por este mundo (pecador) al dar a su hijo. Dios envió a su hijo al mundo y lo entregó a la muerte para salvarlo de la perdición.

Cuesta mucho entender ese inexplicable amor de Dios por un mundo de oscuridad, marcado por la maldad, la violencia, la mentira, el robo, la idolatría, la corrupción…

Inexplicable porque es amplio, generoso, ilimitado. Porque es real, concreto, palpable.

Entonces, solo podemos aceptar ese gran misterio con alegría (Laetere) con gratitud y responder a ese enorme acto de amor con fe.

Y esa fe nos posibilita la vida eterna. Es decir una vida que no termina con la muerte (Juan 11,25) pero que ya podemos empezar a vivir desde ahora (Juan 5,24)

Porque cuando nuestra vida está “marcada” por aquel que es la Vida, comienza a ser eterna. Y ese es un regalo que puede recibir cualquier creyente que pone su fe en Jesús.

En ese Jesús que se ha convertido en una perla de gran valor a partir de su entrega.

Permítanme compartir un relato (resumido) del libro Madera verde de M. Menapace:

“La Ostra perlífera”  era una ostra marina. Dios había puesto su mirada en ella y había decidido que ella fuese valiosa. Un día Dios colocó en Marina un granito de arena. Como no podía digerirlo ni asimilarlo, decidió expulsarlo. Pero no pudo. Y pronto descubrió que aquello era doloroso. La lastimaba por dentro. Trató de olvidar pero no pudo. Así que no le quedaba otra que luchar contra el dolor…Pero ella tenía una cualidad. Era capaz de producir sustancias sólidas como para fabricar una perla. Eso hizo.

Y muchos años después de la muerte de Marina, unos buzos bajaron al fondo del mar y cuando la sacaron a superficie encontraron en ella una hermosa perla. Al verla brillar con todos los colores del mar….supieron la valiosa que era”.

Jesús es como ese granito de arena. Se metió en la humanidad. Se fue cubriendo de capas de dolor, de frustración, de indignación. Sufrió desprecio, rechazo, incomprensión, hostigamiento…Luchó contra eso porque lo lastimaba…pero lejos de resignarse, convirtió todo aquel sufrimiento y angustia en un gesto de profundo amor: dar su vida, morir y resucitar por cada uno de nosotros/as y convertirse así en una perla de inestimable valor.

En nosotros está “descubrir” el precio, el valor de ese gesto que nos hace vivir en el día a día la vida eterna.

Porque la vida eterna que él vino a ofrecer se puede aceptar o rechazar.

La oferta de Dios es  creer en ese Hijo que vino al mundo para salvarlo.

Pero si no aceptamos ese regalo, esa posibilidad de una vida más auténtica y abundante, nos auto condenamos. No es Dios que castiga, ni obliga, ni amenaza, ni extorsiona.

Sí da libertad. Libertad no para conseguir la vida mediante esfuerzos, ni comprarla. Libertad sí para recibirla con la única condición de creer.

Nosotros somos responsables de la elección y de cerrarnos a ese gran amor.

Sería lo mismo que aceptar o rechazar la Luz. Cuando el mensaje del evangelio no es aceptado, cuando la fe no está puesta en el resucitado,  cuando prevalecen las obras propias de la oscuridad es porque se odia la luz. La luz saca a relucir todo lo egoísta, lo ruin y miserable que escondemos  los humanos.

La luz que iluminó la “noche” del confundido Nicodemo invita a un cambio radical. Donde ya nada permanece oculto porque en realidad ya no hay nada para ocultar y porque se vive de acuerdo con la verdad. En esa transformación radical somos invitados a vivir y a obrar de acuerdo al que fue exaltado en la cruz.

Quiera Dios que hagamos prevalecer esa luz en todo nuestro hacer y decir. Quiera Dios que podamos ya ahora disfrutar de esa vida eterna que Jesús vino a ofrecer. Y que nuestra mirada de fe esté siempre puesta en la cruz, símbolo de salvación para quienes creemos, confiamos y esperamos. Amén.

  1. Stella Maris Frizs

Basavilbaso –Entre Ríos

Argentina

stellafrizs@hotmail.com

de_DEDeutsch