¿Qué pensás?

¿Qué pensás?

 Mateo 22:34-46 | Estela Andersen |

Reciban ustedes bendiciones y paz de parte de Dios, El que era, es y ha de venir. Amén.

El texto de hoy, Vigésimo Primer Domingo después de Pentecostés se encuentra en el evangelio de Mateo 22:34-46:

„Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.» Estando reunidos los fariseos, les propuso Jesús esta cuestión: «¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David.» Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies? Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?» Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió ya a hacerle más preguntas.“ Amén.

¿Qué pensás acerca del Cristo?

¡Qué gran pregunta!… y qué difícil también el responderla… Es muy curioso también que sea Jesús quien haga esta pregunta. ¿Por qué la haría? ¿a quiénes se la haría?

En realidad, ahí está la clave. Les invito a mirar un poquito para atrás en el evangelio para de esta manera descubrir cuál es la intención de Jesús.

Desde el capítulo 21 en adelante, las autoridades del templo, le van haciendo preguntas malintencionadas a través de diferentes interlocutores. Veamos cómo es el devenir de los hechos.

Después de expulsar a los mercaderes del templo, volverse a su casa, regresar al día siguiente y enojarse con una higuera que no da fruto, Jesús enseña en el templo. En ese momento se acercan los sumos sacerdotes y los ancianos – en 21:23 – y le preguntan: ¿con qué autoridad enseñas?

Más adelante, una vez que Jesús les interpela con tres parábolas: la de los dos hijos, la de los viñadores homicidas y la del banquete, los fariseos envían sus discípulos junto con los herodianos – en 22:16 – le preguntan a Jesús: ¿es lícito pagar impuestos al César?

Como quienes fueron con Jesús quedaron maravillados por su respuesta, unos saduceos – en 22:23 -, con respecto a la resurrección de los muertos, le preguntan: ¿de cuál de los siete será mujer?

Como resultado de las respuestas de Jesús a tales interrogatorios la gente queda cada vez más maravillada de su sabiduría. Es así que los fariseos deciden ir ellos mismos para ponerlo a prueba, y en 22:35, le preguntan: ¿cuál es el mandamiento principal?

Jesús, en su sagacidad, logra que ellos mismos respondan la pregunta, y ahora – en 22:41 – él decide ponerles a prueba también, haciéndoles la siguiente pregunta: ¿qué piensan del Cristo? ¿de quién es hijo? Y así finaliza con este interrogatorio casi interminable, que sólo pretendía ponerlo a prueba, prohibirle que enseñe sobre las Escrituras, y nada más. Si bien, el resultado ante el auditorio, lograba despertar cada vez más admiración por Jesús, incluidos a algunos de los enviados a ponerlo a prueba.

Conclusión: las autoridades del templo comienzan preguntándole a Jesús cuál era su autoridad para enseñar y él termina haciéndoles una pregunta en donde introduce un tema tan fuerte como lo es el Mesías esperado por el pueblo de Israel, el Cristo, el Hijo de Dios, el descendiente de David. A través de las preguntas que Jesús les hace, introduce un elemento nuevo, que es la preexistencia del Hijo de Dios, que necesita ser del linaje de David para que se cumpla la profecía, pero también para su encarnación como una persona, para de esa manera, cumplir su misión en la tierra. Esa misión nace del amor de Dios a la humanidad, que desea redimirla y renovarla a través del Cristo. Ese Dios, que nos ama y que necesita también que amemos, y por eso, nos ha dado el mandamiento principal, el mandamiento triple del amor, que ya estaba en el libro de la Ley, que ya era conocido por el pueblo de Israel, pero poco practicado por las autoridades del templo.

Si seguimos ese camino de preguntas y respuestas por parte de quienes buscaban ponerlo a prueba a Jesús, porque les molestaba por sus enseñanzas, podemos también nosotros pensar acerca de quién es el Cristo.

Así, al responder a la primera pregunta, sobre la autoridad de Jesús para enseñar en el templo, podemos decir que, si Juan bautizó por mandato de Dios, Jesús también lo hacía por esa razón.

Ante la pregunta si está bien pagar impuestos, Jesús deja claro que todo ciudadano lo debe hacer, por ser parte del imperio, pero también deja claro, que mezclar a Dios en los intereses mezquinos de quienes administran el templo no está bien, por eso pone cada cosa en su lugar: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Cuando los saduceos llegan con el ejemplo de la mujer que queda viuda de siete hermanos para cuestionar la resurrección de los muertos, Jesús responde con claridad a su literalismo y deja en evidencia la limitación de la mente humana para comprender el poder de Dios. La resurrección y la eternidad son incomprensibles para la mente humana, así como tantas otras cosas. Lo cierto es que nuestros cuerpos, nuestra vida en la tierra y nuestro organismo tiene que ver con la forma de asegurar la especie, que es mortal, que tiene un ciclo como todos los seres vivientes del planeta. La resurrección no es revivir, sino que se trata de una transformación, una metamorfosis, en donde seguimos siendo los mismos, pero diferentes también.

Ya con la pregunta que nos introduce al mandamiento principal, que es lo que denominamos el triple mandamiento del amor, vamos llegando a la que Jesús mismo les hizo y nos hace ¿qué piensan acerca de Cristo? ¿de quién es hijo? Cuando recitamos el credo apostólico o niceno también, respondemos a estas preguntas. Pero también el mandamiento principal nos lleva al mismo lugar. Cristo, el Mesías de Dios, el Hijo de Dios, es el Amor de Dios hecho una persona en Jesús, que es descendiente de David en su persona, en la carne, pero Hijo de Dios en su origen, engendrado por el Espíritu de Dios. En el Cristo confluyen dos naturalezas: la humana y la divina, por eso puede ser hijo de David, y al mismo tiempo ser su Señor. ¿Por qué nadie fue capaz de contestarle a Jesús? Porque no es posible responder esto a partir de la razón sino a través de la fe. Sólo por fe, sólo a través de la inspiración del Espíritu Santo es posible responder las preguntas de Jesús, así como sólo por fe podemos ser capaces de llevar una vida en el amor, cumpliendo el mandamiento principal, y sólo con la ayuda de Dios.

Quiera Dios también llevarnos por el camino del amor e iluminarnos con su Espíritu. Amén.

Amado Dios, que has enviado a tu Hijo para nuestra salvación, para llevarnos por el camino del amor, permite que construyamos una vida íntegra, no dejándonos tentar ni por el dinero, ni por el poder, ni por la vanidad. Permite que podamos aceptar siempre tu voluntad, sin cuestionarte ni buscar entenderte con nuestra mente limitada, sino que nos dejemos llevar por tu Espíritu para que nos ilumine, nos dé sabiduría y discernimiento. Te lo pedimos en el nombre del Cristo, que dio su vida para que tengamos vida, y el Espíritu Santo, quien nos aviva cuando estamos sin fuerzas o confundidos. Amén.

Estela Andersen

Pastora de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

al servicio de la Congregación Evangélica Alemana General Alvear – Distrito Entre Ríos – Argentina

mail: dannevirke63@gmail.com

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