
Juan 13
Queridos hermanos y hermanas en el Señor,
una de las características que más me atraen del evangelio de Juan, es su riqueza en imágenes cuando desea referirse a cuestiones importantes.
Desde el capitulo 13 hasta el 21 final del libro, se desarrollan los relatos que tienen que ver con los anuncios de las cosas que han de ir sucediendo; pasión, muerte y resurrección del Señor.
Este fragmento en especial se refiere al anuncio de Jesús sobre el envío del Espíritu Santo a quien llama “el defensor”, y como característica principal del Espíritu advierte que les enseñará y recordará todas las cosas que Él ha dicho.
Pero para que esto suceda debe haber un compromiso claro y visible; “el/la que me ama hace caso a mi palabra y mi Padre le amara y mi Padre yo vendremos a vivir con él/ella”
Ese amor consiste en transformarse entre otras cosas en multiplicadores/as del evangelio, ser participes activos/as en el desarrollo del Reino de Dios, sirviendo y no sirviéndose, ayudando y no aprovechándose, acompañando en el dolor, formando parte de la comunidad de creyentes. Poniendo de manifiesto las injusticias y el mecanismo de muerte, discriminación, marginación en nuestras sociedades. Haciendo que nuestras comunidades sean evangélicas y no simil clubes de personas de cual o tal ascendencia.
Si dejamos que el Espíritu Santo actúe podremos realizar estas cosas que nos han sido enseñadas, permitamos que él nos recuerde que significa ser colaboradores del reino. ¿es ser cerrados? ¿es ser individualistas? ¿es marginar? ¿es callar?
¿ es no compartir? ¿ es negar a nuestro Señor? ¿es cerrar nuestra mano al pedido de ayuda?
¿es servir y ser cómplice de un sistema que mata día a día a millones de personas? ¿es mantener nuestros templos cerrados para que el Espíritu de Dios no traiga a los que necesitan ser amados, acompañados, ayudados, integrados?
Ninguna de estas cosas es amar a Cristo y hacer caso a sus palabras, por lo tanto si hacemos todas estas cosas no estamos “aptos” para recibir en nuestras comunidades a “el defensor”, porque cerraremos nuestros oídos, corazones y mentes a su enseñanza.
Ahora, si estamos prestos a recibir al Espíritu Santo, debemos estar dispuestos a dejarlo actuar; recuerden aquellas palabras de Jesús que dicen “el Espíritu es como el viento no se sabe de donde viene ni adonde va” es por ello que no podemos construir comunidades a nuestra medida sino a la medida de Dios (el evangelio nos ayuda a esto).
Anunciar las enseñanzas de Cristo puede traernos inconvenientes, es por ello que Jesús nos habla de dejarnos “su paz” una paz muy diferente a la que conocemos, no es solo un cese de la guerra, las discusiones absurdas, las persecuciones y asesinatos por anunciar el evangelio, es mucho más, es armonía con todo los que nos rodea, paciencia, tranquilidad y por sobre todo seguridad de que Él no nos abandona y que si cumplimos con su pedido “el defensor” permanecerá en medio nuestro, actuando y ayudándonos a servir al Señor no solo en el ámbito de nuestras comunidades sino también en todos los demás lugares en los cuales estemos presentes.
Que Dios nos permita realizar estas cosas.
Amen.
Narciso Weiss, Buenos Aires
narcisoyelizabeth@hotmail.com