
Las tinieblas no vencieron a la Luz
Navidad, 25.12.2008 | Sermón sobre Juan 1:1-11 | por Felipe Lobos Arranz |
Que Dios nuestro Señor, el que es todo luz y autor de la vida, llene de su plenitud nuestras vidas por el oír su Palabra.
Queridos hermanos y hermanas, amigas y amigos todos. Hoy celebramos que es Navidad, la Navidad de Jesús. Una fiesta que muchos no están acostumbrados a celebrar en su pleno sentido. Esta fiesta, nuestra fiesta sólo tiene y encuentra su sentido en la celebración y la vida de la fe cristiana.
La mayoría de los países occidentales encuentran árboles y velas, comidas y bebidas especiales, reuniones familiares y de amistades, compras y viajes, vacaciones y descanso, tiempo de alegría, sin embargo, cuando les preguntamos el sentido y significado de esta festividad no es conocida por muchos.
Para muchos la Navidad es la fiesta de la familia, de la opulencia, del gasto, de la lotería y cuando no tenemos nada de esto nos sentimos solos e infelices, sentimos que nos falta algo y acabamos en una depresión y caemos en el mal humor, deseando que esta fiesta pase cuanto antes.
Para nosotros el día de hoy debiera significar la celebración del cumpleaños de nuestro mejor amigo. El centro de atención no somos nosotros sino otro que es grande, Jesús. ¿Quién es este Jesús? ¿Quién es este que nos visita?
Estaremos de acuerdo en que gran parte de nuestros convecinos no saben mucho del motivo de esta fiesta y muchos cristianos confesos desconocen el relato de los acontecimientos y la maravilla de la celebración de esta tradición fundada en la fe en Jesús.
Sólo los cristianos de fe auténtica vislumbran en este tiempo la grandeza de la encarnación del Señor, un misterio desvelado en la persona del Hijo de Dios, el Unigénito de Dios Padre. Los que no tienen la fe, o los que están en su personal búsqueda, son impelidos a dar una respuesta ante este hecho y al planteamiento de la auténtica existencia de Dios.
Juan, el evangelista, nos habla de quién es este niño que acaba de nacer en el mundo. Un niño extraño y misterioso del que se dice es el Mesías prometido a Israel. No es un Mesías a la usanza de los nuestros. El resultado de su realidad mesiánica queda demostrado tras más de 2000 años de historia y de Iglesia. Ninguno de los grandes libertadores de este mundo ha durado tanto. Creo que hemos de tomar en serio lo que éste nos quiere mostrar.
Comenzando por ¿quién es este niño?
Hemos de señalar que Juan nos muestra una visión del Hijo diferente de las de los Evangelios sinópticos, su énfasis en el inicio de la historia de Jesús es la de un Cristo preexistente desde la eternidad y presente en la eternidad futura, situando nuestra historia universal en un paréntesis dentro de la historia de Dios, lo que convierte el dicho de „no sé si estoy seguro de que existo, de lo que sí estoy seguro es que Dios existe“ se hace realidad frente a nuestra natural manía de pensar que todo gira alrededor del hombre y que Dios es una más de sus creaciones.
„En el principio era el Verbo,
el Verbo estaba con Dios
y el Verbo era Dios.
Este estaba en el principio con Dios.“
Juan nos muestra, como decía, que somos una parte de la historia de Dios y que en medio de nuestra propia historia llena de accidentes, baches, errores y barbaridades de todo pelaje, Dios viene a nuestro rescate para señalarnos el camino que nos pondrá al borde de una vida auténticamente plena.
Si de algo podemos estar seguros es que estamos insertados en la historia de este Jesús que venía a nacer en un pesebre, sí, en un bebedero y comedero de animales, identificándose con la criatura más humilde de la tierra siendo todo un Rey. ¡Admirable! ¿Verdad?
Jesús estaba con Dios antes de haber nacido, pero la historia bíblica nos habla de la encarnación de Jesús, de la toma de contacto de este Dios con el ser creado, el hombre, para comunicarse con él y resolver el problema de una relación auténtica con Él. La Navidad nos invita a relacionarnos de manera especial con Dios en Jesús y esto no solo para tía que crees, sino para ti que todavía te debates entre la duda y la confianza. „la duda no es contraria a la fe, sino sólo una parte hasta llegar a ella“ y es que no podemos creer sin haber dudado primero. Supera esta crisis en tu vida, camina hacia la fe en Cristo.
„Todas las cosas por medio de él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.“
El autor de la vida y de todo lo creado, inerte o vivo es este pequeñuelo en el pesebre. Pudiera parecer pueril, pero Dios lo ha querido así, inexplicablemente. Todo lo que no se mueve es parte de la creación inicial, tal y como nuestros científicos de hoy nos muestran y de la nada, el designio creador nos lleva finalmente a la vida, una vida que como relata Juan, se convierte en:
„En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.“
Vivir es nuestra luz, nuestro „high-light“ como elementos de la creación. Si fuéramos una piedra o un átomo de oxígeno o una gota de agua, no podríamos disfrutar como vivientes de la maravilla de ser personas con inteligencia, capacidad de comunicarnos, de crear nuevos mundos y de relacionarnos con el Creador entre otras muchas cosas.
Vivir es la oportunidad de ser semejantes a Dios, es la que permite la acción en el mundo que permite cambiarlo, uniéndonos al esfuerzo creador de Dios aquí. Nosotros los vivos, los que estamos insertados en la historia de este Jesús, somos la solución y la mano de obra de Dios para lograr que su creación sea mejor. Necesitamos la vida, la vida es lo único que no queremos perder y lo único que deseamos cuidar. En definitiva vivir es nuestra luz, nuestro destino y nuestro camino. Hemos de vivir lo deseáramos o no, ya no hay remedio, así que caminamos hasta que llegue nuestra hora de abandonar el cuerpo.
Jesús, el nacido, es quien tiene la vida que necesitamos. La vida no es milagrosa por nacer de en medio de lo inerte o de la combinación de elementos inertes de la naturaleza creada, sino por la calidad de ésta en nosotros. La vida plena está escondida, además en el seno de este niño, quien tiene la respuesta a nuestras preguntas existenciales y nos da motivos para querer vivirla, como si fuera un motor que nos empuja a favor de la vida. Si quieres vivir plenamente, sólo tienes que vivir conforme a lo que su Evangelio nos propone a todos. Este culto que celebramos es parte de la realidad de esa plenitud que nos será dada por su Espíritu en nuestros corazones, y es todo lo que necesitas para vencer la influencia de tus tinieblas vitales.
„La luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no la dominaron.“
Vivir la vida no es lo mismo que disipar la vida. Vivir es sostener un principio de vida dado por Dios a un ser. Vivir la vida no es comer, beber, hacer conquistas amorosas, ganar dinero por encima de los demás, malgastar los medios de energía y el medio ambiente, sin razón. Vivir es conocer a Cristo y aplicar su propuesta de salvación a nuestras vidas e historias personales, para ser bañados en la existencia eterna del Hijo. De esta manera, vivir es vivir más allá de esta vida, en la presencia del Hijo, este Jesús nacido en Belén.
La Luz resplandece, como la vida que es, en medio de lo que se opone a esta, esto es, toda angustia, miedo, dolor, necesidad, opresión, dependencia, desesperación, incredulidad, falta de amor…. Frente a la fuerza de la vida, Dios desea la superación de estos obstáculos, pero no por la vida misma, sino por la fe en Jesús que es la vida plena que Él nos quiere mostrar a cada uno de nosotros.
Las tinieblas no pueden prevalecer ante la luz que todo lo descubre, todo lo atraviesas a su paso, que todo lo invade y pone en claro, que permite, si cabe, más vida aun. La luz nunca será dominada por las tinieblas que se quedan paralizadas ante el poder de la luz y su fuerza. Pero hemos de reclamar en nuestra visita al pesebre hoy, que nos sea dada la gracia de la vida plena escondida desde el pasado remoto en Cristo.
„La luz verdadera que alumbra a todo hombre
venía a este mundo.“
De esto se trata al celebrar hoy nuestra Navidad, cada cual ha de tener su propia natividad, su propio bautismo en la luz que alumbra a todo hombre y mujer de este mundo. Hemos conocido ya que Jesús ha nacido y ahora tenemos el deber de tomar una decisión frente a esta clase de vida que el Hijo nos propone a todos. La Iglesia te anima, como portadora de esta luz de Jesús, que te unas a la realidad de la auténtica vida que se nos propone. Ahora sabemos que tenemos solución, gracias a Dios, Gracias a este pequeñuelo que ahora duerme, pero que aún dormido es capaz de despertar en nosotros nuevos aromas de esperanza y de arrojo a la vida que hemos recibido.
Que Jesús nos llene de su gracia Divina en esta noche de navidad. A todos y a todas, hoy: ¡Feliz Navidad!
Amén.
Bilbao ? España
E-Mail: loboarranz@gmail.com