Marcos 10, 35-45

· by predigten · in 02) Markus / Mark, Archiv, Beitragende, Bibel, Current (int.), Español, José Luis Avendaño, Kapitel 10 / Chapter 10, Neues Testament, Predigten / Sermons

Marcos 10, 35-45

José Luis Avendaño


¿Quieres ser un grande en el reino de Dios?

I. Una petición inesperada: Esta petición que le presentan a Jesús Santiago y Juan, tocante a quién se sentará a su derecha y a su izquierda, sobre todo si consideramos el texto que le precede (32-34), en el que Jesús ha expuesto otra vez el destino sufriente que le espera, resulta por decir lo menos, inesperada, confusa. En efecto, Jesús les acaba de decir a sus discípulos lo que le espera en Jerusalén: será rechazado, violentado, perseguido, e incluso morirá a manos del pueblo y sus dirigentes, pudiendo ellos mismos verse involucrados en esta misma situación. Uno esperaría entonces que en el camino el tema obligado de conversación fuera: ¿Cómo podemos fortalecernos para enfrentar este tiempo tan difícil para Jesús y nosotros? ¿Cómo podemos apoyar a Jesús para que sienta nuestro apoyo? Pero, cosa curiosa, el tema de discusión o petición ha sido, más bien: Pues bien, ahora que por fin llegamos a Jerusalén, ¿quién de nosotros ocupara el mayor puesto cuando Jesús sea coronado como rey? Lo que ellos piensan es que Jesús va a Jerusalén para ser coronado como el gran Mesías y rey de Israel y, por lo tanto, ellos, que lo han dejado todo por él, tendrán el derecho a ocupar los mejores puestos y cargos en su corte. Por eso discuten entre ellos, para dirimir cuál será tal vez primer ministro, quién se sentará a su derecha y a su izquierda, quién su representante, etc. ¿Es que no han entendido nada? ¿No han comprendido que el camino de Jesús no es el camino de la gloria y del éxito de este mundo? ¿No acaba recién Jesús de explicarles que él va a Jerusalén para anunciar el evangelio, y consolar a los afligidos y afligir a los cómodos y esto le va a costar su propia vida?

II. Un importante recordatorio: Jesús debe recordarle una vez más a los discípulos que en el camino de la fe, en el camino del seguimiento, los criterios de este mundo no tienen validez, no cuentan. En su esencia misma, el ser humano sigue siendo el mismo, tanto en los días de Jesús como el nuestro. En nuestro mundo actual, el que ocupa un puesto de mayor importancia, es el que recibe los mejores beneficios, el que ostenta mayor poder, es el que manda a los demás. Por eso, todos quisiéramos ocupar los mejores puestos. No es lo mismo ser un jefe que un empleado. Decimos, el jefe está para mandar, el empelado para obedecer, o como decimos en Chile: “El que paga la orquesta ordena la música”. Pero Jesús les recuerda a sus discípulos que entre ellos deben operan otros valores, otra visión de la vida: Aquel que quiera vivir debe estar primero dispuesto a morir. Aquel que quiera recibir debe estar primero dispuesto a dar. Aquel que quiera recibir el perdón de Dios, debe estar dispuesto a perdonar al que lo ha ofendido. Aquel que quiera ser el mayor, debe estar dispuesto a ser el servidor de todos. Jesús mismo se ha puesto como ejemplo entre ellos, él, siendo el Hijo del hombre, vino para servir y no para ser servido

III. ¿Quién manda en la Iglesia?: ¿Quién manda en la Iglesia? Pregunta que para algunos es de suma importancia: En algunas Iglesias solamente el que manda es el pastor y éste cree que no debe nunca dar cuentas a nadie de lo que hace o deja de hacer. En otras Iglesias, la que manda es la congregación, y el pastor es muchas veces un simple títere de ésta. En otras, manda la persona que da más dinero, y que cree que porque da más dinero la Iglesia le pertenece. En otras, mandan ciertas familias que se sienten con un derecho superior sobre los demás miembros, por el hecho de, según ellos, haber sido fundadores de la Iglesia. En otras, simplemente, manda aquel que puede gritar más fuerte y atemorizar a los demás. ¿Quién manda en la Iglesia o quien debe ocupar los mejores puestos? Déjeme decirle que esta pregunta que para muchos es de suma importancia dirimir, no nace del corazón de Dios, sino que, al igual que el de los discípulos, de la codicia del corazón humano. Muchas Iglesias se dividen porque una persona piensa que la otra no debería ocupar ese cargo, en cambio ella sí. En muchas Iglesias las personas quieren ocupar cargos, sólo porque los cargos les dan mayor autoridad y reconocimiento sobre los demás. Otra vez nos encontramos con que los criterios de este mundo irredento y pecador se introducen en la dinámica de la Iglesia, y ni siquiera nos damos cuenta.

IV ¿Quieres ocupar un puesto grande e importante en el reino de Dios?: La pregunta que el Señor nos hace no es si estamos dispuestos a mandar en la Iglesia o ocupar puestos de visible importancia, sino si estamos dispuestos a servir, a servir a Dios y a los demás. Si somos sinceros, a todos nosotros nos gusta la idea de poder dar órdenes, de que se nos reconozca ante los demás, de que se hagan las cosas siempre a nuestro modo, pero a cuántos nos agrada la idea de servir a los demás, de perdonar a aquellos que nos han ofendido, de mostrar nuestra madurez cristiana no por nuestro supuesto “conocimiento”, o control sobre los demás, sino por nuestra humildad y amor. Jesús siendo Dios, nos ha dado ejemplo de servicio, haciéndose siervo de todos. La dinámica de la Iglesia, no está basada al modo de una empresa en donde hay jefes y obreros, los que mandan y los que sirven, sino que todos somos servidores unos de otros, nos servimos en amor y humildad. ¿Quieres ser una persona importante en el reino de Dios? Comienza sirviendo a los demás, perdonando a los que te ofenden, relacionándote con los demás con respeto y humildad, y te aseguro que serás un grande, no un grande como lo entiende este mundo, sino un grande a la manera de Dios. Oremos.


José Luis Avendaño
holderlin1970@yahoo.es