
Sermón sobre Juan 1:1-11
Navidad, 25.12.2008 | Sermón sobre Juan 1:1-11 | por Enzo Pellini |
1 En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.
2 El estaba con Dios en el principio.
3 Por medio de él todas las cosas fueron creadas;
sin él, nada de lo creado llegó a existir.
4 En él estaba la vida,
y la vida era la luz de la *humanidad.
5 Esta luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no han podido extinguirla.
6 Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió7 como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran.8 Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo.
10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.11 Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron.
Reciban ustedes bendiciones y Paz de parte de Dios el que era que, es y que a de venir.
La Palabra con mayúscula que, puede significar Biblia que, puede significarnos Palabra de Dios que, puede significarnos voluntad de Dios que, puede expresarnos Divinidad, poder de Dios, designio divino, o destino de la humanidad, o propósito de todas las cosas, o sentido de la vida, o respuestas a todas las preguntas y podríamos seguir nombrando más absolutos de la vida de cada uno de nosotros, nos dice este himno con que, comienza el evangelio de Juan que todo ello es nada más y nada menos que Dios. Que Dios siempre estuvo, siempre existió, fue el origen de todo y la razón de todo lo que hoy podemos llegar a conocer. Dios es el sentido y el propósito de todo.
Especialmente podemos llegar a entenderlo cuando comenzamos a creer en él y no sólo una creencia casi filosófica, sino una creencia que implica descansar todos nuestros interrogantes en la simplicidad de las respuestas que podemos encontrar por ejemplo en un Evangelio como el de Juan.
Hoy queremos conformarnos con la simplicidad de la Palabra (de Dios).
Se nos dice que esta Palabra (Dios) es la vida, es la luz. En este planeta, en este tiempo de Navidad, sea en el oscuro invierno del hemisferio norte o en el brillante verano del hemisferio sur, las noches, por costumbre y tradición se llenarán de luces y de todos colores. Luces que marcarán un festejo. Para algunos la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, para otros simplemente „las fiestas“, quizás un motivo más para vacacionar o descansar, o de estar reunidos en familia.
¿Ese tipo de luces quiere quizás, representar la luz que hubo venido al mundo hace ya 2000 años de una forma singular? ¿Ha llegado la luz de Cristo a mi vida ya y quiero dar testimonio de ello por medio de este festejo del nacimiento de Jesús?
El Evangelio nos dice que esa luz que, siempre existió, se manifestó de forma especial, simple, divina, milagrosa, casi inadvertida, no por ello desconocida. Esa luz vino a hacerse conocer a una generación y a un lugar determinado del mundo. Esa luz fue y es y será Cristo Jesús, el Hijo de Dios, la Palabra, la Luz que se extiende eternamente y las tinieblas no pueden extinguirla ni lo harán jamás.
En la época de Juan el bautista y la contemporánea a Jesús, nos dice el evangelista Juan que, muchos no reconocieron a esa Luz, ni su origen, ni su poder, ni su grandeza, ni su significado. Otros pudieron atisbar su poder pero aún así no la recibieron.
Esa Luz vino al mundo para brillar, para mostrarnos que hay una Luz que brilla y que disipa toda tiniebla. Una Luz que, quiere venir a esclarecer las dudas de nuestra alma. Una Luz que, quiere venir a disipar lo sombrío de nuestra vida. Una Luz que quiere venir a entibiar la frialdad de nuestros corazones, la rigidez de nuestros pensamientos. Una luz que quiere descongelar la fe de muchos.
¿Podremos llegar a tener la valentía, a propósito de estas „fiestas navideñas“, de que al llegar a la Iglesia para adorar a ese Cristo Mesías, podamos aceptar que él es quien va a echar „luz“, sobre todas aquellas cosas aún sin resolver de nuestra vida? Podremos llegar a creer en él de manera que podamos aceptar que lo que él quiere son cambios en nuestra forma de vivir? ¿Podremos llegar a aceptarlo a él de manera de confiar en su providencia en toda aquella área que tenga que ver con lo material de nuestra vida que, tanto sueño, paz y vitalidad especialmente en estos días quiere quitarnos?
¿Podremos cesar de nuestra búsqueda intelectual por escudriñar de si de veras existe Dios en mí iglesia? ¿Tendremos no obstante el valor de aceptar que esa Luz que vino, revelada misteriosamente por medio de un ser humano concreto, es la respuesta a todos los interrogantes, miedos, ansias, anhelos, penas, inseguridades, enfermedades, sin sabores que podamos estar viviendo hoy?
Dios no es un dios de adornos y lucecitas. Dios no es ni de yeso ni de tela y óleo. Dios no es un dios de villancicos antiguos, ni de coros repetidos. Dios no es un Dios de tradiciones incomprensibles. Dios no es un dios de ritos aburridos. Dios no es un dios de preceptos, ni de reglas, ni de castigos ni de pruebas. Dios es la Luz que quiere darnos la claridad hacia una vida nueva, Cristo lo vino a mostrar, Juan el bautista lo anunció en su momento.
Cristo quiere hoy echar también Luz en tu vida. Haz que esta sea la Navidad (la ocasión) definitiva, haz que en esta Navidad, esa Luz pueda comenzar a entibiar o alumbrar en tu vida y tu vida se transforme como de la noche a la mañana. Dios es Luz, la Palabra es poder, Dios es hechos, resultados, no costumbres.
Que Dios, Cristo y el Espíritu puedan cambiar tu vida en este tiempo en tanto puedas tomar la decisión de reconocerlo y aceptarlo como la verdadera y única Luz. Amén
Congregación Evangélica San Antonio (IERP)
Basavilbaso,
Entre Ríos, Argentina
E-Mail: enzopellini@yahoo.de