Lucas 10,21-24

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Lucas 10,21-24

Sermón para 1º domingo después de Pentecostés (Trinidad) 2023 | Texto: Lucas 10, 21 – 24  (Leccionario de la EKD) | Federico H. Schäfer |

Estimadas hermanas, estimados hermanos:

Es opinión de cierta gente, qué a pesar de todo, estamos viviendo en una época privilegiada. Según esa opinión, los que vivimos en esta época también somos privilegiados. Si les preguntamos por el porqué de su opinión, nos responden, que tenemos ante nosotros un futuro muy promisorio, ya que en la actualidad tenemos a nuestra disposición muchas posibilidades y medios para transformar las circunstancias en las que vivimos. De tal manera, podríamos vivir una vida mejor en un mundo mejor, en el que reine la justicia, la paz, el progreso, el bienestar, buena salud, etc. Personas de cierta edad que han pasado tiempos peores, en los que hubo que prescindir de muchas cosas que hoy son habituales, igualmente nos dirán felices de poder vivir en la época en que estamos viviendo, ya que en ella podremos ver y experimentar muchas cosas que ellos no tuvieron ocasión de ver y de usufructuar: viajes en avión como algo corriente, comunicaciones vía satélite y cables ópticos, teléfonos móviles, diagnósticos médicos por ecografías, tomografías, resonancia magnética, trasplante de órganos, el confort hogareño, el trabajo mucho más aliviado en muchos sectores, etc. etc.

¿Es esto lo que quiere significar el mensaje evangélico que acabamos de oír? Creo que no es simplemente el progreso tecnológico del hombre a lo que se refiere Jesús. Con la venida de Jesús al mundo, con la encarnación de la palabra de Dios, se acercó a los humanos y comenzó entre ellos a manifestarse el reinado, el gobierno de Dios, el poder, la índole y las características de su reinado. Muchos profetas, reyes, hombres piadosos de la antigüedad, hubieran querido ver lo que estaban viendo muchos hombres y mujeres contemporáneos a Jesús, pero se hubieron de conformar con la esperanza en la promesa divina. “¡Aprovechen, pues, y oigan y crean lo que ahora ven!” –pareciera ser el indicativo que emana de la palabra del Señor que hoy escuchamos. “¡Aprovechen la oportunidad y dejen que Dios reine entre ustedes!

Los hombres y mujeres de hoy en día, también deberíamos aprovechar la oportunidad. La oferta de Jesús también vale para los que vivimos en el siglo XXI. También en medio de nosotros Dios quiere que se manifieste su reinado, su poder, su obrar, su misericordia, su perdón. Como cristiano somos herederos y ciudadanos del reino de Dios. Como seguidores de Jesús y sucesores de sus discípulos, somos nosotros hoy los felices que podemos ver lo que vemos y oír lo que oímos, esto es: cosas que nuestros antepasados se quedaron con las ganas de ver y de oír.

¿Pero qué es lo que vemos y oímos hoy y por lo cual deberíamos experimentar felicidad? ¿El progreso tecnológico y la posibilidad de vivir un futuro próximo que creemos poder determinar nosotros mismos? Claro que la tecnología actual es parte de ese privilegio que tenemos como ciudadanos del siglo XXI. No es mera casualidad que podamos ubicar el origen del gran progreso de las ciencias y de la técnica y de los grandes cambios que llevaron a las modernas sociedades actuales en países en los que prevalecía la fe cristiana. Sin embargo, lo que el texto que hoy analizamos quiere significar en primer término y hace a nuestra felicidad, es el hecho de poder ser cristianos, esto es: ser participantes, ciudadanos, fieles del reino de Dios. Somos privilegiados porque como seguidores de Jesucristo nos es dado reconocer a Dios y las obras que manifiestan su reinado entre nosotros.

No obstante, más de una vez nos asalta la duda, si es que realmente nos es dado ver las obras poderosas de Dios, o si más bien nos es dado ver las calamidades de los que rechazan a Dios. Precisamente cuando pensamos en los adelantos tecnológicos es que la duda más nos acosa. ¿Será que las armas nucleares, que se han vuelto a convertir en amenaza, son una manifestación de que Dios reina entre nosotros? ¿La aparición del SIDA, del COVID, y sus consecuencias, también serán manifestaciones del Reino de Dios? Y no hablemos de todos los perjuicios que para los humanos y todo el resto de la creación de Dios acarrea la industria y la vida moderna: contaminación ambiental, recalentamiento de la atmósfera, trastornos nerviosos en las personas, extinción de especies enteras de animales silvestres, el hacinamiento de las personas en las grandes ciudades, el aumento de la criminalidad e inseguridad, nuevas formas de esclavitud, etc.  Todo lo enumerado son cosas que muchos de nuestros antepasados no vieron, pero que tampoco nos hacen felices a nosotros.

Pero aunque no seamos privilegiados por vivir en esta época en cuanto a las muchas miserias que también tenemos a la vista hoy, creo que sí somos privilegiados por vivir en esta época en cuanto a la responsabilidad y la posibilidad que tenemos como cristiano de criticar y combatir esas miserias, de criticar y combatir todo progreso técnico que se vuelve contra el ser humano. El seguidor de Cristo no está en contra del progreso tecnológico, pero sí está en contra de aquellas técnicas que dañan al ser humano y a toda la creación divina.

Para poder criticar y combatir las malas prácticas es necesario tener conocimientos profundos sobre los problemas. A pesar de haber estudiado un asunto en cuestión a fondo, el cristiano muchas veces será ignorado o rechazado. El orgullo del especialista no permitirá correcciones, máxime cuando hay intereses económicos de empresas de por medio. Con todo, no es cuestión de desesperar. Las obras divinas muchas veces están escondidas a los sabios y entendidos, mientras que Dios las muestra a los que son como niños e inocentes. El poder de Dios se manifiesta —siguiendo esa misma actitud— en los más débiles. Es por ello que el poder de Dios pase por desapercibido para muchos en este mundo y en este siglo.

Es que el reino de Dios tampoco es un reino de este mundo, por lo cual tampoco se rige por las reglas y leyes de este mundo. Por ello para los que están apegados a estas reglas de juego y ponen toda su confianza exclusivamente en esas reglas y leyes, no verán  ni experimentarán nunca el actuar y obrar de Dios. Sin embargo, todas las cosas están en manos del Señor, aun cuando los humanos crean que el mundo se encuentra en las manos de ellos. De esa manera el Señor también es dueño de nuestro futuro y de nuestro destino. Y justamente por ello somos verdaderos privilegiados. Qué alivio es saber, que el futuro de este mundo está en manos de Dios y no de los soberbios seres humanos falibles que somos.

Nuestro privilegio como cristianos es saber que nuestro destino es permanecer junto a Dios para siempre, es tener parte en su reino, gracias a qué en su gran estima por nosotros, Él nos lo ha querido dar a conocer por medio de su hijo Jesucristo. Esto nos da ánimo de seguir luchando para que se manifieste entre nosotros el gobierno de Dios. Nos da ánimo para cumplir la misión que nos encargó el Señor, de llevar las buenas nuevas de su reinado a todo el mundo. Nos da ánimo para seguir creciendo como sus discípulos, como testigos y servidores de su reino a pesar de las dificultades que se nos oponen, las miserias que debemos observar a nuestro derredor y nuestra propia inercia. Alegrémonos con Jesús por el Espíritu de Dios que nos acompaña en nuestra vida cotidiana y nos ayuda a entender y descubrir los beneficios del Reino de Dios.

Federico H. Schäfer

E.Mail: <federicohugo1943@hotmail.com>

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