Lucas 21:25-36

Lucas 21:25-36

Velen y oren | 1° Domingo de Adviento | 28.11.21 | Lucas 21:25-36 | Estela Andersen | 

Reciban ustedes bendiciones y paz de parte de Dios, El que era, es y ha de venir. Amén.

El texto de hoy, Primer Domingo de Adviento se encuentra en el evangelio de Lucas 21:25-36:

„«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, naciones angustiadas, trastornadas por el estruendo del mar y de las olas. Los hombres se quedarán sin aliento, presa del terror y la ansiedad, al ver las cosas que se abatirán sobre el mundo, porque las fuerzas de los cielos se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.»

Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ven que retoñan, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca. Os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

«Cuiden que no se emboten vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo, para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»“ Amén.

En el texto que hoy compartimos Jesús  nos recomienda “estén en vela”.

Pero ¿qué es estar en vela?

Una de las formas más conocidas con esa palabra son los velatorios. En ese momento acompañamos a la persona fallecida que amamos como una forma de despedida. Pasamos la noche despiertos al lado del cuerpo sin vida en un primer momento del proceso del duelo, para de esa manera lograr despegarnos de ese ser querido.

También velamos por alguien cuando cuidamos a una persona enferma o recién operada. Nos quedamos atentos por si necesita de algo o por si surge algún imprevisto.

Algo cada vez más común en la vida cotidiana en las ciudades es la vigilancia. De hecho existen infinidad de empresas de vigilancia privada que se dedican a proteger una propiedad. El vigilante queda despierto durante la noche, recorriendo el lugar, para poder avisar si ve alguna anormalidad, porque es muy probable que la razón sea que estén intentando entrar ladrones al lugar.

En definitiva, velar es realizar alguna actividad por la noche, esto es, en el momento en donde normalmente se destina a descansar. Así también decimos: “Me pasé la noche en vela estudiando, o preparando un trabajo”, por ejemplo.

La palabra velar proviene de la contracción de la palabra en latín “vigilare” que significa: estar atentos o plenos. De esa palabra se desprenden: vigilia, vigilante, vigía. La persona que vela es la responsable de permanecer a la expectativa de que se produzca algún cambio. Esto puede ser tanto en la guerra en donde los vigías están atentos a los movimientos de los enemigos, en la seguridad, en donde vigilan que no entre el ladrón, en la enfermería, en donde  se observa durante la noche la evolución de la persona enferma, acompañando a un ser querido en el duelo, para que no esté solo en el dolor del fallecimiento de la persona amada.

Jesús nos llama a permanecer en vela, atentos y orando. ¿Pero atentos a qué? ¿A qué se refiere el texto que hoy compartimos, en este primer domingo de Adviento?

Algunos grupos de cristianos enfatizan en las catástrofes que detalla Jesús al inicio de la porción bíblica, sin embargo, si leemos detenidamente vamos a descubrir que lo que Jesús busca es expresar la fuerza con la que volverá, que desestabilizará toda la creación, pero que mientras tanto tenemos una tarea por delante. Y esa tarea es velar, mirar a nuestro alrededor los detalles y sobre todo no caer en aquellas cosas que nos alejan de Dios, que no perdamos el tiempo en banalidades y diversiones que sólo nos hacen daño al cuerpo y al espíritu.

Como seguidores de Jesús vivimos en este mundo pero no pertenecemos a él. Y eso se percibe en nuestra conducta, en nuestra forma de vivir.

Cuando para todas las personas hay oscuridad y desesperanza, nosotros sabemos que más allá de la enfermedad y la muerte hay vida en Jesús. Pero también sabemos que todo tiene un principio y un final, es así que logramos siempre ver lo positivo de las cosas que vivimos y somos optimistas. Estos serían los brotes de la higuera y de los árboles que retoñan anunciando el fin del invierno. No nos embotamos en nuestras preocupaciones, sino que las dejamos a Dios.

Como seguidores de Jesús disfrutamos de la vida y de las personas que nos rodean sin descontrol y excesos. No significa que no podamos disfrutar de una bebida alcohólica o un buen banquete, sino que mantenemos siempre la compostura cuidando nuestros cuerpos también, como templos del Espíritu Santo.

Sabemos que nuestra vida tiene un tiempo y es la única que tenemos también. Esa es una buena razón para permanecer siempre atentos, preparados, al día, porque nuestra muerte es el fin de la oportunidad. La muerte es el momento en donde es importante que tengamos fuerza y logremos escapar para mantenernos en pie delante del Hijo del hombre, que es Cristo mismo.

Por esa razón necesitamos aprender a velar orando todo el tiempo, no de forma pasiva, sino que en permanente actividad, como una enfermera en la noche, como el vigilante que recorre el lugar, como quien acompaña a un amigo que murió.

Velar, orar y actuar en el amor de Cristo, para ser luz también, para ser los brotes verdes que nos anuncian que hay vida y hay esperanza.

Estamos en tiempo de Adviento, tiempo de pensar, de prepararnos, de orar y de hacer un balance que nos permita ver cómo está nuestra vida en la fe. No desaprovechemos esta gran oportunidad. Amén.

Querido Jesús, ayudanos a observar los tiempos y a estar siempre atentos y velando, para que la muerte no nos tome por  sorpresa, sin habernos preparado. Sabemos que van a volver en toda tu gloria y queremos recibirte y estar a tus pies en este momento. Permite que aprovechemos este tiempo de Adviento para aprender a velar y orar en todo momento. Te lo pedimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Estela Andersen

Pastora de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

al servicio de la Congregación Evangélica Alemana General Alvear – Distrito Entre Ríos – Argentina

mail: dannevirke63@gmail.com

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